Foto: Iván Soca |
Lo primero, una deuda de mi artículo anterior, el nombre de la chelista que intervino ambos días en varios temas; muy joven, brillante: Denis Hernández.
Recibí este email de una amiga, Otane, el mismo domingo en la noche:
“Me gustó mucho lo que escribiste sobre el primer concierto de Santiago. Espero ver algo también sobre el de hoy. Me ocurrió algo curioso al final del concierto, te copio fragmento de un correo que le envié a un amigo (no te burles de mi cursilería, te juro que me ocurrió):
.……. Sensación rara, sentada ahí me parecía que no había transcurrido tiempo entre uno y otro concierto, solo un intermedio.
Recibí este email de una amiga, Otane, el mismo domingo en la noche:
“Me gustó mucho lo que escribiste sobre el primer concierto de Santiago. Espero ver algo también sobre el de hoy. Me ocurrió algo curioso al final del concierto, te copio fragmento de un correo que le envié a un amigo (no te burles de mi cursilería, te juro que me ocurrió):
.……. Sensación rara, sentada ahí me parecía que no había transcurrido tiempo entre uno y otro concierto, solo un intermedio.
Pues este fue más largo, y también hubo sus contratiempos, y desórdenes —quizás algo menos—, pero él estaba muy nervioso y olvidó letras, estaba tenso, repitió muchas canciones. Quería contarte cuando te llamé, ya para mí no tiene mucha gracia, pues el “influjo” del momento cursi –místico que tuve ya se desvaneció algo. Te cuento. Concluyó el concierto, y como ayer, el público pidió otra, pues agarró la guitarra y cantó como tres más. A esa hora dijo: –Ahora es cuando calenté y comenzaría de nuevo el concierto (llevaba más de dos horas cantando). Le dijo entonces al director del film, que si era posible él quería repetir varios temas que había hecho en un momento anterior y que consideraba, no habían quedado bien. Se dirigió al público explicando que el concierto oficial ya había terminado, que repetiría algunos temas, que si la gente se retiraba él comprendería; pero claro, nadie se fue, y rehízo los temas; bellos, realmente inspirado. Ya al terminar se levanta y saluda, (yo estaba pensando en el tema… Siento que tus destellos ahogan mi brisa… etc, etc, que me gusta mucho, pero ya él la había cantado el día anterior)… te juro, coño, que me erizo. Santiago le dio la vuelta al piano, se sentó, y sin decir más nada la cantó ¡que sorpresa!, te juro que me ericé toda, no es mentira. Esa canción siempre me gustó, claro, yo no he escuchado tantos temas de él, pero “Para Bárbara” me parece tan bella, tan limpia, tan …………….., que se yo, esa era una de mis canciones de cuna (o de sillón, más bien) para Daniela, entre otras de Pablo, je je.”
Como dice en su correo Otane, el concierto 2, no tuvo menos percances que el anterior, una amiga enamorada, de él como una loca, me dijo: “es un desastre, si fuera otro la gente lo criticaba, pero él es así y tan genial que hasta nos gusta que esas cosas le pasen.” Confieso que me tensa un poco —pues lo sufro con él— pero me divierte, esa manera de meterse en rollos por su natural “locura”, y no debo ser el único pues tras dos horas y tanto de concierto por poco lo repite completo y le gente no solo se quedó sino que pidió otra y otra y otra. Yo me salvé, pues llegué bastante tarde al Teatro Nacional, el P 2 estaba extremado y suerte que apareció Juan Pin en su carrito y me tiró la botella hasta la puerta de la Sala Covarrubias. De manera que al terminar el concierto repitió completo el bloque inicial de canciones a piano, pues no me perdí nada.
El concierto, apartándonos de de los bis, que obligaron al Santi a ser más simpático aún con sus bromas, hasta en un para sí dijo: “¡que va, más nunca esto de un disco y un concierto a la vez! O disco, o concierto”. Me contaron que en los inicios explicó con detalles su sacrolumbalgia. Lo que decía mi amiga es verdad, con Santiago Feliú esos percances terminan por acercarnos más a su esencia, sentir que estamos como en casa descargando con él Vivimos tiempos de espectáculos tan llenos de efectismos, sensacionalismos, todo maquillado y maquinado, que resulta un lujo que alguien nos entregue unas cuantas horas de poesía bien cantada y tocada, sin tanto “glamour” de pasarela, arte a pulso.
Hemos asistido a dos grandes conciertos donde uno de los más notables creadores de la trova cubana ha recorrido antológicamente su obra; lo cual se traduce como que hemos viajado en el tiempo hurgando en nuestro mundo, con sus heridas, frustraciones, manquedades, sueños e ilusiones; nos hemos mirado en sus canciones y sin dudas, salimos de ellas más atentos, mejores.
Los que no asistieron tendrán la oportunidad de vivir muchos de esos momentos, los que fuimos los reviviremos, gracias al DVD que prepara el cineasta Lester Hamlet (a propósito, gracias a él me empaté con el programa que me permite pasarles el listado de las canciones). Recorrió en este segundo concierto, las piezas de los discos Sin Julieta, Ay la vida, algo de Futuro inmediato, y alguna que otra fuera de discos. Es posible que haya alterado un poco el orden, recuerden que repitió varias. Lo acompañaron, al igual que en el primer concierto Roberto Luis Gómez en guitarras diversas, Yandiel Cruz en el bajo y Oliver Valdés en la batería y Denis Hernández en el cello. Robertico Carcasés en el piano y dirección artística. Estamos hablando de un nivel musical extremo, a lo que hay que sumar las piezas al piano que tocó Santi y especialmente su guitarreo roqueroflamenqueado que hace estallar ovaciones de admiración.
Tras este programa (y repeticiones), Santiago estrenó una canción que él llamó apocalíptica, sin embargo, y como van estos tiempos, me pareció más bien soñadora; describe en ella los desastres ambientales y sociales que padecemos y nos llama a abrazarnos, como… no sé si llamarle solución, o al menos alivio.
Al piano hizo, como en el día anterior, su versión de la canción de Silvio “Adónde van” muy a lo Santi y al cierre, ante la insistencia del público, paró a todos cantando a guitarrazo limpio “En este barrio” que muchos creen suya, pero su creador es Mezo Bigarrena. Aclaro —pues, por lo que dice el texto, parece una canción hecha por un cubano— que este autor es vasco argentino, vivió entre 1951 y 1993, y que el Santi no le cambia nada, salvo que al final le agrega “aunque yo sé que en Cuba moriré”, lo cual arranca grandes ovaciones. (en un próximo artículo subo ese texto completo).
Quien se quedó critica al que se fue
y todo el mundo sabe lo que pasa,
no sé si yo me quedo o si me iré
ya me canse de mi barrio y mi casa …
(aunque yo sé que en Cuba moriré)
ya me canse de mi barrio y mi casa …
y todo el mundo sabe lo que pasa,
no sé si yo me quedo o si me iré
ya me canse de mi barrio y mi casa …
(aunque yo sé que en Cuba moriré)
ya me canse de mi barrio y mi casa …
Para despedirnos, cantó, cantamos todos “Para Bárbara”.
Me queda por decir, que si bien, como apunta Otane, el Santi empezó algo tenso, (y en ello va la carga de estar grabando para un DVD) hubo un momento de tropiezo en el que a todas luces se (digámoslo literalmente) “encabronó”, pues se le olvidó la letra de Mickie and Mallory y al retornar a ella, el público palmeo de tal manera que se metió en situación, se calentó y de ahí para allá fue mucho más intenso. A tal punto que, después de todo aquello (más de 3 horas en escena) cuando fui a saludarlo tras bambalinas le decía a Augusto Blanca que en ese momento era cuando más ganas tenía de cantar.
Así que por un tilín no amanecimos en el teatro.
Concierto 2, antología de Santiago Feliú. Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba. Domingo 15 de julio. 5 pm.
1. Ay la vida
2. Era
3. (Instrumental)
4. Iceberg
5. Advertencia
6. Fue a lo mejor mejor
7. Sin Julieta
8. La canción y yo
9. Marionetas de Cupido
10. Demasiado amar
11. Descerebrándome el corazón12. Ángeles de mí
13. Planeta Cuba
14. Alto al fuego
15. Otras cosas que también
16. De lo nunca más
17. Sostener mi amor
18.Sin tanta soledad
19.Bolero
20. Mickey and Mallory
21. La ilusión
22.Despojo
23. Resumiendo
24. (Estreno)
25. Ansias del alba
Como si hubiera estado allí.... lo reviví a la distancia.
ResponderEliminarMarta. Buenos Aires