No me acuerdo cómo ni el momento en que entré a la Brigada Hermanos Saíz, que luego, en 1986 sería Asociación. Era un muchachín de Radio Cadena Habana, que quería romper todos los esquemas de la vida, no pocas veces disparatadamente, lo cual me parece más noble por las intenciones que traía (y lo mejor, que traigo): las de asumir los medios masivos como un arte, y con la responsabilidad de promover lo mejor de la cultura cubana con las miras en la integración latinoamericana, en franco enfrentamiento a una visión jabonera, de los medios, de esa seudocultura consumista globalizada. Empecé de CVP (custodio) en Cadena Habana, con 21 años, al salir del servicio militar en el 82, y enseguida me atrapó la idea de hacer programas. Revisando las mochilas y carteras a los trabajadores, di con los discos que llevaban Jorge Gómez (el del grupo Moncada) y Roberto José para el programa “Ahora” de crítica musical. El asombro de ellos al comentarles con admiración sobre aquellas joyas de Queen, Silvio, Mercedes Sosa, o del propio Moncada, nos condujo a la amistad. Como supondrás, muy pronto empecé a abandonar mi puesto de trabajo: en complicidad con Tamara, la recepcionista, me escapaba para el estudio de grabación. En un par de meses ya estaba escribiendo guiones para un programa de la madrugada “Canción y poesía”, lo hacía voluntario (de ahí empieza mi fama de trabajar sin remuneración);
y ya desde entonces, sin complejo de ser un CVP guionista, discutía con la asesora pues incluía poesía y canciones sociales en un programa que era de declamación melosa con cortinas musicales de Richard Cleiderman (a quien los “revoltosos” considerábamos una especie de creador de “los paticos” por el piano simplón amelcochado que tocaba); imagina un poema de Cesar Vallejo, o de Lezama, calzado entonces con una canción de Noel Nicola o Chico Buarque... la asesora, Isabelita, casi me malcriaba, rechazándome libretos con dulzura y explicándome conceptos que llegan a nuestros días como que “la gente no está para romperse la cabeza”, y “la radio es para todos”, “busca poemas de Huesa, de los románticos, y canciones a lo Nocturno (o sea, la llamada Década Prodigiosa, —que realmente lo fue, pero no por los seudobeatles españoles aquellos como Juan y Junior, los Fórmula V, los Diablos, con canciones agradables pero infantiloides tanto por el texto como por la música hiperelemental. Fue aquella la década prodigiosa por un movimiento de la canción poética que trajo en aquellos 60 nombres como Joan Manuel Serrat, Chico Buarque, Violeta Parra, Silvio Rodríguez, Bob Dylan, Paco Ibañez, Luis Llach, Charly García, Pablo Milanés, Elis Regina, Vicente Feliú, Mercedes Sosa, Noel Nicola, Daniel Viglietti, León Gieco, en fin, una explosión de cantores y trovadores como parte de una revolución musical universal que fue llamada Canción Protesta, Nueva Canción, Canción Social, y que renovaba lo mejor del folklore fusionaba ritmos, y sobre todo los textos abordaban el amor, la vida, las luchas sociales, con una mirada poética y crítica. Todo esto argumentaba a Isabelita, y ella se reía y hasta mi niño me decía: “Fideliiiitooo, la gente de madrugada quiere soñar, amarse, ahora tú pretendes meterles los problemas del mundo por la cabeza, con todos los que tienen durante el día, mi amor...”; a la larga logré infiltrar algunos poemas. Yo no me acostaba para escuchar en la madrugada mi programa, recuerdo como se malogró una de mis primera victorias. Logré que me aprobara un Mario Benedetti. Lo declamaban con voz engolada, pero bueno, era Benedetti.
Gozaba aquellos versos “Tengo miedo de verte, necesidad de verte, esperanza de verte,
desazones de verte...” de fondo pusieron, como marqué en el guión, unos guitarrazos de Leo Brower, en lugar de la “Balada para Adelina” del Clederman que era (y es todavía ¡30 años después!) como el Himno de los Musicalizadores... estaba llegando yo al delirio cuando aquel locutor en lugar de cerrar declamando: “o sea, resumiendo, estoy jodido y radiante y también viceversa...” dijo: “estoy malhumorado y radiante”, le habían cambiado el verso a Benedetti porque “jodido” era una mala palabra, ¿cómo iban a decirla en la radio?... ¡Ave María!
Bueno, a pesar de eso, y del Director Provincial de la Radio en La Habana, que mandó a sacarme, llegó incluso hasta prohibir que yo entrara en la emisora, (por razones que nunca supe, supongo que le gustaba alguna muchachita que estaba en mi camino), pues a pesar de Escobio, y gracias a Marta Martínez, la jefa de programación, yo seguí escribiendo guiones, incluso de varios programas, entonces desde la clandestinidad. Un día cambió la dirección provincial (no recuerdo que fuera merecidamente tronado) y pasé de prohibido a obligatorio, habían solo 2 directores de programas para 18 horas de programación, así que me autopropuse (voluntario, claro) y me pasaba el día dirigiendo y editando programas hasta 12 y 14 horas diarias. Debió ser la etapa en que entré a la Brigada Hermanos Saíz, quizás en una asamblea de la radio dije algo que llamó la atención a algún brigadista, y me captó, pienso que pudo ser Evania, una asesora recién graduada de arte de la Universidad, que conocía los movimientos culturales, o tal vez fue Víctor Gómez, que era Instructor de Arte y tenía unos famosos talleres literarios en Güira de Melena en la Brigada XX Aniversario; de ese taller salieron importantes poetas luego; incluso, como curiosidad, la cantante Osdalgia, era una de las muchachitas que se destacaba como poetiza de aquel grupo. Debió ser Víctor quien me afilió, pues cuando se fundó la AHS fue presidente de Provincia Habana (campo) y poco después yo pasé a ser el representante provincial de la sección de Medios Audiovisuales.
Hacíamos un programa de lo más loco, “Master 2 pm” (el título lo heredamos) le pusimos como slogan el Taller de los herejes, o algo así. Llevaba para el estudio un grupo de cintas con música y armábamos debates sobre temas culturales, como si fuera en vivo, entraban y salían aquellos muchachos, leían poemas, discutíamos sobre textos de canciones o la vida en los pre (recuerdo que una vez salió al aire una de las poetizas que dijo que el profe como que la acosaba y que hasta le dio un gaznatón y se armó la de San Quntin en la emisora aquella. No sé cómo sobreviví al show, quizás ya estaban avanzando los 80 y nuevas ideas se daban en el país, o me protegieron Marta y Roberto José que tenía bajo sumando la programación. Por aquella época lo mismo dirigía que locuteaba programas musicales, deportivos, dramáticos, hacía de todo. Inventé un programa, “El Vigía”, semi dramatizado con música y textos de la vanguardia cultural, recuerdo que hice programas dedicados a Miguel Hernández, Wichy Nogueras, Dulce María Loynaz, Carpentier, Juan Gelman, la vida de Karl Marx (dramatizando fragmentos del libro de Paquita Armas “Moro, el gran aguafiestas”), la Edad de Oro de Martí, en fin, programas que me dieron algunos importantes premios, lo cual me aflojó las tensiones circundantes y a partir de los cuales empecé a participar en eventos de la AHS como el Festival y Taller de la Radio Joven “Antonio LLoga In Memoriam”, encuentros inolvidables en Santiago de Cuba donde los delegados, que eran los realizadores más atrevidos, discutían hasta la médula los programas concursando, muchos de los cuales eran de los propios delegados presentes. O sea, que se escuchaba tu programa en tu presencia y luego le caían en pandilla valorando. Por supuesto que hubo grandes disgustos, quienes se dejaron de hablar, hasta algunos estuvieron a punto de irse a los puños.
Aquellos fueron días de fuertes batallas por promover en los medios una cultura auténtica, en consonancia con lo mejor de la cultura latinoamericana enfrentando la pseudocultura de la que se habla hoy con fuerza y a veces como una novedad; y ya, desde mediados de los 80 eran nuestras banderas. Me pongo a pensar de dónde sacamos aquellos ideales, y claro, José Martí estaba en las esencias con su proyecto integrador y sus conceptos de cultura como salvación espiritual del ser humano y la nación. Vivíamos también momentos de efervescencia de la Nueva Trova, y la Nueva Canción Latinoamericana, lo cual fue causa y efecto de toda una revolución en los medios, especialmente en la radio; la televisión también, pero en menor medida pues ha sido siempre menos penetrable para las fuerzas jóvenes: es muy fuerte el fantasma Pumarejo.
A mediados de los años 80, la radio cubana tuvo un movimiento liderado por Radio Ciudad de La Habana que dejó un alto saldo espiritual en la juventud de entonces, proceso que aun marca a buena parte de una generación y las huellas que esta ha podido dejar en las siguientes. También Radio Rebelde causó gran impacto transformando su programación, pero la mayor revolución en el plano cultural y las propuestas de vanguardia estuvieron (aunque hubo focos en casi todo el país) especialmente concentradas en Radio Ciudad de la Habana.
Este boom de la radio cargada de ideales culturales habrá durado acaso 5 o 6 años, como grupo compacto, después fue desintegrándose por fricciones no zanjadas, e intereses de ciertas zonas directivas que fueron apagando un movimiento de la mayor relevancia para el pensamiento y la cultura cubanos. A mediados de los 80, un grupo de poetas, escritores, críticos, pintores, especialmente de los creadores agrupados en los inicios de la Asociación Hermanos Saíz, se volcaron hacia la radio, Radio Ciudad fue como la punta de lanza. Programas realizados por Sigfredo Ariel, Bladimir Zamora, Ramón Fernández Larrea, Alberto Rodríguez Tosca, Albis Torres, Frank Delgado, Lázaro Sarmiento. También Jaime Almiral o Jorge Gómez en Radio Progreso, y Radio Cadena Habana, entre muchos otros, abrieron un movimiento cultural gracias al cual se convirtieron en ídolos juveniles Fito Páez, Charly García, Djavan, Sabina, Chico Buarque, Bob Dylan, León Gieco, Gilberto Gil, Ana Belén, Serrat, y otros tantísimos valores del hasta entonces desconocido en Cuba movimiento del rock nacional argentino, el tropicalismo brasilero, la nueva canción chilena, la canción protesta norteamericana, la vanguardia del rock, la nueva canción española, por citar los más emblemáticos. Así mismo, el movimiento de la Nueva Trova cubana tuvo mayor resonancia más allá del poco Silvio, Pablo, Vicente, Sara y acaso Noel, que hasta entonces aparecían con las más renombradas piezas. De ahí que se dieran a conocer nombres como Santiago Feliú, Carlos Varela, Gerardo Alfonso, Frank Delgado, Polito Ibañez y todo un movimiento que emergía.
La radio comenzó un proceso de vanguardia tanto por la ruptura de cánones ya caducos como por el monto cultural de sus propuestas, lo cual trajo una juventud volcada hacia programas como El salón de los Juglares, El programa de Ramón, Esto no tiene nombre, Perspectiva, Ahora, La hora de las Brujas, El Vigía, La Yerbabuena, 7 y 30 juventud, aquí estoy nombrando espacios no solo de Radio Ciudad, también Progreso, Radio Camoa, Radaio Metropolitana, Cadena Habana, y emisoras de otras provincias se sumaban a ese movimiento que tuvo sus principales encuentros conspirativos en el “Antonio Lloga in memoriam” de Santiago de Cuba que era auspiciado por la Asociación Hermanos Saíz Nacional.
Creo que fue un momento muy importante por lo que sucedía en la cultura cubana, con el empuje de la primera generación ya nacida con la revolución, como la cosecha de la revolución educacional, de escuelas de arte, y universidades en todo el país. Encontronazo de ideales, como lava volcánica que se expandió en un fuerte movimiento conceptual en todas las artes; la radio comenzó a ser reflejo de ello. Condiciones favorables en la política del país que se abría hacia el proceso de Rectificación de errores, más el papel que habrá jugado algún que otro dirigente en instituciones y en los medios, propiciaron esa explosión cultural. Lo cual pronto también empezó a chocar lógicamente, por sus dimensiones, con tradicionalismos, esquemas, o insuficiencias institucionales, para sortear toda esa avalancha que tendría también sus lógicos excesos.
Creo que tras un largo tiempo de retroceso, entre el teque y la frivolidad, (aunque son lo mismo: el teque es una frivolidad tediosa disfrazada de izquierda y la frivolidad es un teque “atractivo” de derecha: ambas, miradas esquemáticas e insustanciales), vivimos un momento ideal para la nueva ola de pensamiento; hay una juventud muy informada, una parte desmovilizada, y otra a la expectativa, esperando que le llamen, también una parte accionando. Urge movilizarlos a todos, provocándolos hacia los ideales que requiere nuestra sociedad, con razones, y con arte poética. Una parte de esa juventud ciertamente está entrampada en la mecánica enajenante del arte crudamente mercantilizado, hasta niveles de extremo primitivismo; pero hay mucha juventud buscando la cultura alternativa o hastiada de ese círculo vicioso sin saber hacia dónde virarse, como esperando voces, sueños, que los provoquen.
Ah, ya me metí nuevamente en las vivencias y se me vuelve a quedar colgada la fundamentación de mi categoría de asociado en presente, a pesar de haber rebasado por mucho la edad para poder pertenecer formalmente a la Asociación Hermanos Saíz, aunque por la manera apasionada en que me explayo escribiendo estoy dando muestras de no ser para nada un ex AHS, incluso abordando otras épocas, que también fueron mías. Nada, tendré que colgar una tercera parte, pues me quedan ideas por revolcar y un buen par de anécdotas. Así que, si La Jiribilla* me lo permite: Continuará....
*Esta trilogía de textos (próximamente sacaré un tercero) surgieron a petición de La Jiribilla.
Aquellos fueron días de fuertes batallas por promover en los medios una cultura auténtica, en consonancia con lo mejor de la cultura latinoamericana enfrentando la pseudocultura de la que se habla hoy con fuerza y a veces como una novedad; y ya, desde mediados de los 80 eran nuestras banderas. Me pongo a pensar de dónde sacamos aquellos ideales, y claro, José Martí estaba en las esencias con su proyecto integrador y sus conceptos de cultura como salvación espiritual del ser humano y la nación. Vivíamos también momentos de efervescencia de la Nueva Trova, y la Nueva Canción Latinoamericana, lo cual fue causa y efecto de toda una revolución en los medios, especialmente en la radio; la televisión también, pero en menor medida pues ha sido siempre menos penetrable para las fuerzas jóvenes: es muy fuerte el fantasma Pumarejo.
A mediados de los años 80, la radio cubana tuvo un movimiento liderado por Radio Ciudad de La Habana que dejó un alto saldo espiritual en la juventud de entonces, proceso que aun marca a buena parte de una generación y las huellas que esta ha podido dejar en las siguientes. También Radio Rebelde causó gran impacto transformando su programación, pero la mayor revolución en el plano cultural y las propuestas de vanguardia estuvieron (aunque hubo focos en casi todo el país) especialmente concentradas en Radio Ciudad de la Habana.
Este boom de la radio cargada de ideales culturales habrá durado acaso 5 o 6 años, como grupo compacto, después fue desintegrándose por fricciones no zanjadas, e intereses de ciertas zonas directivas que fueron apagando un movimiento de la mayor relevancia para el pensamiento y la cultura cubanos. A mediados de los 80, un grupo de poetas, escritores, críticos, pintores, especialmente de los creadores agrupados en los inicios de la Asociación Hermanos Saíz, se volcaron hacia la radio, Radio Ciudad fue como la punta de lanza. Programas realizados por Sigfredo Ariel, Bladimir Zamora, Ramón Fernández Larrea, Alberto Rodríguez Tosca, Albis Torres, Frank Delgado, Lázaro Sarmiento. También Jaime Almiral o Jorge Gómez en Radio Progreso, y Radio Cadena Habana, entre muchos otros, abrieron un movimiento cultural gracias al cual se convirtieron en ídolos juveniles Fito Páez, Charly García, Djavan, Sabina, Chico Buarque, Bob Dylan, León Gieco, Gilberto Gil, Ana Belén, Serrat, y otros tantísimos valores del hasta entonces desconocido en Cuba movimiento del rock nacional argentino, el tropicalismo brasilero, la nueva canción chilena, la canción protesta norteamericana, la vanguardia del rock, la nueva canción española, por citar los más emblemáticos. Así mismo, el movimiento de la Nueva Trova cubana tuvo mayor resonancia más allá del poco Silvio, Pablo, Vicente, Sara y acaso Noel, que hasta entonces aparecían con las más renombradas piezas. De ahí que se dieran a conocer nombres como Santiago Feliú, Carlos Varela, Gerardo Alfonso, Frank Delgado, Polito Ibañez y todo un movimiento que emergía.
La radio comenzó un proceso de vanguardia tanto por la ruptura de cánones ya caducos como por el monto cultural de sus propuestas, lo cual trajo una juventud volcada hacia programas como El salón de los Juglares, El programa de Ramón, Esto no tiene nombre, Perspectiva, Ahora, La hora de las Brujas, El Vigía, La Yerbabuena, 7 y 30 juventud, aquí estoy nombrando espacios no solo de Radio Ciudad, también Progreso, Radio Camoa, Radaio Metropolitana, Cadena Habana, y emisoras de otras provincias se sumaban a ese movimiento que tuvo sus principales encuentros conspirativos en el “Antonio Lloga in memoriam” de Santiago de Cuba que era auspiciado por la Asociación Hermanos Saíz Nacional.
Creo que fue un momento muy importante por lo que sucedía en la cultura cubana, con el empuje de la primera generación ya nacida con la revolución, como la cosecha de la revolución educacional, de escuelas de arte, y universidades en todo el país. Encontronazo de ideales, como lava volcánica que se expandió en un fuerte movimiento conceptual en todas las artes; la radio comenzó a ser reflejo de ello. Condiciones favorables en la política del país que se abría hacia el proceso de Rectificación de errores, más el papel que habrá jugado algún que otro dirigente en instituciones y en los medios, propiciaron esa explosión cultural. Lo cual pronto también empezó a chocar lógicamente, por sus dimensiones, con tradicionalismos, esquemas, o insuficiencias institucionales, para sortear toda esa avalancha que tendría también sus lógicos excesos.
Creo que tras un largo tiempo de retroceso, entre el teque y la frivolidad, (aunque son lo mismo: el teque es una frivolidad tediosa disfrazada de izquierda y la frivolidad es un teque “atractivo” de derecha: ambas, miradas esquemáticas e insustanciales), vivimos un momento ideal para la nueva ola de pensamiento; hay una juventud muy informada, una parte desmovilizada, y otra a la expectativa, esperando que le llamen, también una parte accionando. Urge movilizarlos a todos, provocándolos hacia los ideales que requiere nuestra sociedad, con razones, y con arte poética. Una parte de esa juventud ciertamente está entrampada en la mecánica enajenante del arte crudamente mercantilizado, hasta niveles de extremo primitivismo; pero hay mucha juventud buscando la cultura alternativa o hastiada de ese círculo vicioso sin saber hacia dónde virarse, como esperando voces, sueños, que los provoquen.
Ah, ya me metí nuevamente en las vivencias y se me vuelve a quedar colgada la fundamentación de mi categoría de asociado en presente, a pesar de haber rebasado por mucho la edad para poder pertenecer formalmente a la Asociación Hermanos Saíz, aunque por la manera apasionada en que me explayo escribiendo estoy dando muestras de no ser para nada un ex AHS, incluso abordando otras épocas, que también fueron mías. Nada, tendré que colgar una tercera parte, pues me quedan ideas por revolcar y un buen par de anécdotas. Así que, si La Jiribilla* me lo permite: Continuará....
*Esta trilogía de textos (próximamente sacaré un tercero) surgieron a petición de La Jiribilla.
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