Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

lunes, 11 de marzo de 2013

Con Chávez por la América Nuestra

 
Dayana, Adrián, mi tropa venezolana: Aquella mañana, del día 5, escuchando el parte médico, me precipité a escribirles un correo. A todas luces la gravedad de Chávez era extrema y pretendía darles aliento. Buscando las palabras para redondear la dolorosa idea, se me cortó Internet, y me quedaban minutos para estar en la UNEAC, desde donde saldría hacia la Feria del Libro en Holguín. Pensé que tal vez me alarmaba demasiado, y que era mejor que ese mensaje no hubiera salido. Más de una vez en el trayecto estuve a punto de regresar a casa y abandonar mi viaje al oriente, con esa sensación de la tragedia que se avecinaba; pero el deber se impuso. Íbamos por Camagüey cuando una escritora muestra su móvil alarmada con una noticia que le escribía su padre desde Estados Unidos: murió Hugo Chávez. Algunos me preguntaron, pensando que tal vez se trataba de otro de los rumores del odio; pero sabía que esta vez era la muerte anunciada. 
Llegó entonces el desespero, días sin poder escribirles (que, ciertamente no llegan a una semana y parece un siglo), por no tener la posibilidad de sentarme con calma a enviarles... ¿qué?, ¿consuelo?, ¿apoyo?... Ese golpe no deja palabra útil a enviar, pensé entonces. Pero ya veo que sigo equivocándome, ustedes, hermanitos, el pueblo venezolano, nos ha demostrado que no hay muerte invencible. Han desatado un luto combativo irradiando la luz de la esperanza universal. Nuestro Comandante aparece a toda hora en  todas partes: carteles, fotos con flores, imágenes televisivas, conversaciones... no hay rincón, por muy apartado de este planeta, en el que la revolución bolivariana no esté prendiendo un alma. La cultura auténtica de los pueblos que Hugo Chávez encarna en su gracia, sus dicharachos, en su canto folklórico, en su diálogo de profunda picardía y filosofía popular, se expande vertiginosamente mediante esa enamorada reacción de millones de seres humanos que han decidido —desde aquel nefasto instante— ser Hugo Chávez, o sea, el combatiente infatigable por la integración latinoamericana, por la paz, por la dignidad plena del hombre. Aquí en mi Habana, estremecida, muchos van vestidos de rojo, y de manera que somos tantos los que por un motivo u otro, hemos estado en Venezuela, muchos llevan gorras o pulóveres alusivos a la revolución bolivariana. Decía una frase que vi en la rejita de una casa, cerca de la panadería, escrita con plumón en una cartulina: Chávez es el padre de los pobres de la tierra. 
Ahora si sé la palabra útil que debo enviarles: Gracias. Vivimos días donde el dolor extremo se convierte en milagro redentor; Chávez, vive hoy más que nunca en la batalla de ustedes, en Nicolás Maduro que, impulsado por el amor y la responsabilidad que le impuso Chávez, crece hasta las alturas de estadista y líder que estos días exigen. Gracias, hermanos, gracias Venezuela. Gracias, Dayana por ese espíritu sufrido y siempre aguerrido, por esa poesía de combate con que nos premias. Con la más profunda admiración, me permito publicar tu correo en esta hora en que ustedes empinan la América Nuestra.

Hermanos queridos:
Como comprenderán, este correo que les debíamos sólo pudo tomar rumbo hoy, y no porque estuviésemos en silencio, no, HEMOS ESTADO EN LA MÁS FERVIENTE LUCHA desde que conocimos la más dolorosa de las noticias. Tan dolorosa como en la pérdida, no de un padre de alguno de nosotros, de uno, dos o varios seres humanos que biológicamente descienden de una persona, sino DEL PADRE DE TODOS.
Si, Hugo Chávez era, es y será NUESTRO PADRE, el padre de millones de seres humanos que gracias a su llama encendida hemos entendido la lección más importante de nuestras vidas: LA TRASCENDENCIA, LA EMANCIPACIÓN, LA SOLIDARIDAD y el valor de LA VIDA. Este dolor indescriptible, se ha volcado a las calles hecho millones de miradas en llanto, de manos que se estrechan y se sostienen, de una sola voz que urge: ¡CHAVEZ VIVE, LA LUCHA SIGUE!!!
Desde el martes 05, día en que todo el silencio del mundo se conjugó en un instante eterno, no hemos descansado ni un solo momento, amanecimos en la plaza Bolívar, llorando, cantando: “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”, todos allí, frente al padre Libertador, mirando un cielo que se torno rojo de pronto, juntos, más unidos que nunca, clamando patria, esa patria que Chávez nos enseñó a amar. Cada uno sabía, que ese padre, nuestro segundo Libertador, hijo de Bolívar, en su inmortalidad, nos dejaba físicamente, pero en el alma estaba más encendido que nunca antes.
¿Cómo comprender tal sensación?, ¿Cómo sentirlo vibrar adentro y ya no verlo más afuera?, pues ese es el reto. Comprender, en medio de la más profunda tristeza, que TRASCENDIÓ, que su vida ha quedado inscrita en la historia viva de nuestra humanidad. Que vive en cada uno de nosotros, sus hijos, que daremos todo por nuestra revolución continental. Chávez vive no sólo en los niños, jóvenes, ancianos y hombres y mujeres venezolanos, él vive en todos los hermanos del mundo que se manifestaron durante todos estos días en su nombre.
El miércoles 06 lo acompañamos por las calles de esa Caracas que el amó, con una siembra inigualable, que dejó todos estos frutos que brotaban en cada esquina, en cada acera, encendidos, manifestándole todo el amor que nos dio. Así, lo acompañamos, como tantas veces lo hicimos durante más de catorce años, a su escuela, la Academia Militar, entendiendo que en realidad ése, no era su último recorrido, pues todos gritábamos desde las entrañas: ¡TODOS SOMOS CHÁVEZ, CHÁVEZ NO MURIÓ, SE MULTIPLICÓ!!!
El resto de los días, que han sido meses, años, siglos enteros, hemos estado en largas colas, enormes filas de amor y de combate, esperando pacientemente para verlo por vez última en su fase mortal. El jueves 07 hicimos 22 horas de cola, hasta ese amanecer inolvidable del viernes 08, en el que no pudimos entrar. El cielo del Paseo Los Próceres se encendía lentamente con el ALBA y las garzas cruzaban el cielo en bandadas, el frío nos penetraba la piel y se encontraba con el incendio voraz del alma que lo recibía adentro para decirle: Amamos a Chávez, y el amor es eterno.
Llegamos a casa, dormimos un poco, y al despertar nos preguntamos: ¿Qué son 22 horas sin dormir para sellar el juramento?... volvimos entonces perseverantes ayer 09, y durante 7 horas más de sol, paciencia y solidaridad, vimos en el recorrido muchas de hojas que se desprenden de los árboles, dando paso a las nuevas hojas que continuarán el camino, con ese viento patrio que las impulsa a mover la luz del sol. Allí reunidos, venezolanos de todos los estados del país, también algunos hermanos nuestro-americanos que vinieron a acompañarnos, seguimos gritando, clamando y cantando sin parar: Chávez vive, la lucha sigue…
Así, llegó por fin la hora de verlo, de reafirmar ante su cuerpo ya en descanso, el juramento del Monte Sacro que hizo Simón y el juramento ante el Samán de Güere que hizo Hugo: LUCHAREMOS SIN DESCANSO POR TU LEGADO LIBERTARIO PADRE. Nosotros juramos ante Chávez que por nuestro honor y por nuestra patria no daremos descanso a nuestros brazos, ni reposo a nuestras almas hasta que hayamos roto DEFINITIVAMENTE las cadenas que nos oprimen.
A las 4 de la tarde de ayer por fin vimos el cuerpo de Chávez, sellamos el pacto revolucionario con nuestro padre, lloramos en silencio alzando el puño izquierdo frente al féretro, y al levantar la vista de ese ataúd, lo vimos más vivo que nunca en cada uno de los seres humanos que allí juraban con nosotros, en cada niño que pedía a sus padres lo alzaran para verlo, en cada joven que gritaba: ¡Venceremos!
Nuestro pueblo combativo, el pueblo de Bolívar, de Chávez, está de pie, seguirá luchando, porque entendimos que la Era pare Corazones cuando trascienden la muerte y laten incansablemente viajando en la eternidad. Allí va nuestro comandante, con Bolívar, Martí, Sucre, nuestro Che, con Alí Primera… Allí va el compadre, hacia aquellos montes lejos, invicto, invencible, encendido de patria, victorioso…
Gracias amigos por sus palabras de amor y solidaridad, gracias por acompañarnos en esta batalla, gracias por estar con nosotros en esta hora de llamaradas encendidas de VIDA e INMORTALIDAD.
Los queremos enormemente.
¡Patria Socialista, Viviremos y Venceremos!
¡Viva Chávez Carajo, Viva la Revolución Bolivariana!
¡No podrán con nosotros, somos el pueblo de Bolívar y junto a Nicolás consolidaremos el rumbo que nos dejó nuestro amado comandante!
¡Hasta la Victoria Siempre Hugo! ¡Te amamos!
Tus hijos Dayana y Adrián.

1 comentario:

  1. Gracias por compartir este mensaje, que no es otra cosa que ¡Esperanza divina para los pueblos! Seguimos en pie de lucha y con la ferviente convicción de ser mejor cada día, tomando el ejemplo de aquellos que marcaron con su vida huellas profundas en el camino que jamás serás borradas ni olvidadas.

    ¡Un abrazo profundo y solidario! !La llama está más viva que nunca! ¡Viva Chávez!

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