Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

martes, 13 de mayo de 2014

Créeme, porque así soy...

Yo soy de todas partes
donde algún día un corazón se levantó.
Llevo en la frente una verdad como la luz
y en la mirada una barrena a más allá.
Con espíritu martiano, como siguiendo el camino de los versos sencillos, llegó hace ya cinco décadas a la canción cubana Vicente Feliú.
Por allá por los años 63 o 64 llega la amistad en días de Secundaria Básica “José Antonio Echeverría” con un estudiante delgaducho, inquieto, humano, con inquietudes artísticas, Silvio Rodríguez. Llegan los días del Servicio Militar, se separan los dos amigos, y cada cual toma su rumbo, entre el toque de diana, las marchas, el arme y desarme del fusil, las frías e interminables guardias donde filosofar y buscar versos entre la soledad universal, se vuelve una necesidad, una manera de hacer pasar el tiempo en esa larga complicidad con las estrellas.
Un día, quizá de pase, se reencuentran los amigos; ambos habían aprovechado el tiempo para hacer las primeras canciones. Se sientan a compartir sorpresas; están haciendo un tipo de canción rara, según lo que se escuchaba hasta entonces:
A veces miro los libros y miro al portón
y soledad solo encuentro y un hueco en mi ser
y un mono gris que me aúlla cuando no estás tú. 
Vicente Feliú Miranda nació el 11 de noviembre de 1947. Su padre, quien hizo hermosas canciones de amor trovadorescas, fue quien le enseñó a tocar guitarra. Luego vendrían aquellos primeros encuentros con Silvio y tras él Noel Nicola, Pablo Milanés y otros jóvenes que en la convulsión social de eso primeros años de la revolución cubana, buscan decir ese nuevo mundo en sus canciones.   
Yo soy de todas partes
y hacia todas partes llevo mi canción
porque este canto que nació del batallar
ha sido un parto de los que han echado a andar.
Yo soy de todas partes
pues todo sitio es bueno para reposar
y también sé que en mi camino sin final,
mientras más queden, muchos más lo seguirán.

El 18 de febrero de 1968 Haydée Santamaría propone a algunos de estos muchachos que traen canciones que ponen en el punto central de su mirilla a la sociedad cubana, hacer un primer concierto. Un año antes, en julio y agosto de 1967 ella había convocado en Casa de las Américas al Primer Encuentro de la Canción Protesta, al que acudieron más de 50 cantores de todos los rincones del mundo. Isabel Parra y Ángel Parra, Daniel Viglietti, Oscar Chávez, Martha Jean Claude, Peggy Seeger, Los Olimareños, Alfredo Zitarrosa, Raimon, Barbara Dane, Carlos Puebla, Oscar Matus y Armando Tejada Gómez entre otros, se reunieron en La Habana para compartir un canto con elementos comunes, el rescate de lo mejor de la tradición de sus pueblos, y una poética que encarnaba las luchas contra el imperialismo, contra el apartheid, el colonialismo, la guerra en Viet Nam y la liberación de América Latina. Haydée veía en estos jóvenes trovadores cubanos esas mismas inquietudes, de ahí que les brindara su Casa para que empinaran el nuevo canto.  
¿Quién no ha soñado su velorio,
con los amigos dando espaldas y algún busto de Vallejo?
¿Quién ha vencido a la tristeza,
quién no ha rodado entre sus piernas en las noches solitarias?
¿Quién va a morirse esta mañana?
¿Quién va a morirse esta mañana?

El 18 de febrero de 1968, Casa de las Américas abre sus puertas al primer concierto de la Nueva Trova, Silvio, Pablo y Noel, son los convocados, apenas tienen un puñado de canciones compuestas que tras hora y media se han agotado. El público quiere más, y uno de ellos —algunos creen recordar que Silvio— confesó que ya no tenían más, así que, o repetían las ya cantadas o invitaban a algunos del público que hacían canciones también. De esta manera subieron a mostrar sus primeros cantos Martin Rojas, Eduardo Ramos y Vicente Feliú.
No es fácil, no.
En cualquier calle
te espera el peligro de ser joven
y en cualquier hoja   
se engendra un poema peligroso.
No es fácil, no.
Pero se lucha.

Mal mirados por algunos, porque traen nuevas y hondas luces a la canción, cuestionan y combaten por “virar esta tierra de una vez”, con su acción cotidiana y su mejor arma, la guitarra. Aquellos trovadores, encuentran su espesura poética en el estrecho vínculo con poetas, pintores y escritores, especialmente con el grupo aglutinado por la revista cultural El Caimán Barbudo, como Luis Rogelio Nogueras, Jesús Díaz, Víctor Casaus, Guillermo Rodríguez Rivera, Félix Guerra, Félix Contreras, Fernando Martínez Heredia, y José Luis (el Gallego) Posada.
Amor, qué único ese amor
y único este
que nace de las ruinas de nosotros
(Qué polvorienta el alma se nos queda
después de haber amado
y amar aún, de otra manera).

Uno de los más grandes creadores de canciones en nuestra lengua, el también poeta y pintor español Luis Eduardo Aute, escribió:
Cuatro elementos fundamentan a la Nueva Trova Cubana:
el fuego en la ardiente rabia de Silvio Rodríguez;
el aire en las transparentes atmósferas de Noel Nicola;
el agua en la apasionante humedad de Pablo Milanés;
y la tierra, en la firmeza tiernamente humana de Vicente Feliú.

Y ciertamente, son los puntales de aquella primera generación de la Nueva Trova, herederos de un largo camino que viene desde mediados del siglo XIX, como una guitarra que va llegando de trasmano para salvar el alma. Tradición de aliento poético, bohemio, que mira a lo más hondo del ser humano, de su entorno, siempre preocupado por lo que sucede en el mundo, ese que va desde el prójimo más cercano hasta el más remoto paraje donde dos amantes se encuentran, donde un niño sufre, donde un país se baña de sangre tras la lluvia de bombas imperiales.
Mujer, olvida las razones,
las que no te daré,
las que no son sino
un pacto con la muerte;
las que puedo escribir,
hablar, cantar y pregonar,
cual noticiero a las ocho en el seis;
las que no dicen más
que el cuerpo y no la fe,
las que claudicarán
ante cualquier hastío.

Un buen día nació “Créeme” una canción que ha acompañado a Vicente Feliú como amuleto en su intenso peregrinar por su país y por tantos pueblos, especialmente latinoamericanos. Este tema fue parte de su primer disco, y con él estuvo en el frente, cuando la guerra de Angola, junto a Silvio, y otros músicos que llevaron su arte a los rincones donde silbaban las balas; allí, con su guitarra llevaba también Vicente su fusil al hombro. 
Créeme,
si no me ves, si no te digo nada,
si un día me pierdo y no regreso nunca.
Créeme que quiero ser machete en plena zafra,
bala feroz al centro del combate.

Otro episodio importante en la vida de Vicente ocurrió en 1979 cuando forma parte de una pequeña delegación artística que va actuar a Bolivia; eran los primeros cubanos que actuaban allí tras el asesinato del Che en 1967. Fueron arrestados durante su concierto Lázaro García, Augusto Blanca, Sareska Pantoja y Vicente. Los golpearon y hasta simulacros de fusilamientos suportaron, alcanzaron estatus casi de desaparecidos. Haydée Santamaría, desde Casa de las Américas, levantó un movimiento de protesta con personalidades de todo el continente, gracias al cual fueron liberados.
 ¿Quién no ha reparado en que
la muerte es una puta caliente sobre todos los que sienten?
¿Quién no ha entregado una canción,
al menos una, a la muerte, por no seguir su itinerario?
¿Quién va a morirse esta mañana?
¿Quién?
¿Quién va a morirse esta mañana
de hoy?

El camino va por más de 50 años, en los que giras, conciertos, discos, quedan como huellas para buscar a ese trovador en toda la dimensión del término que es Vicente Feliú, —el Tinto, como le llaman sus amigos. Discos como Créeme, No sé quedarme, Arte poética, Guevarianas, Aurora, y Ansias del alba (compartido con su hermano Santiago Feliú) atesoran cientos de canciones, muchas de las cuales son páginas antológicas de la canción cubana, como “Créeme”, “Mujer olvida las razones”, “Mira como te quiero, mujer”, “¿Quién va morirse esta mañana?”, “1975. Canto final”, “Pablo”, “No sé quedarme”, “Cuando vuelva esta vez del mar”, “A los que luchan toda la vida”, y “1974. Canto No 1” que es esa canción para el instante cero del calendario, para empezar un año de las manos del amor:
Comienza el primer día
de un año que comienza contigo.
Un año es siempre un año
y nunca es suficiente
y me besas a las doce
y los amigos se abrazan
y algún hereje se acuesta temprano.

Es un hombre sencillez, tanto en su vida como en su manera de trovar. Casi siempre se presenta acompañado solamente de su guitarra o con algún amigo como Alejandrito Valdés, guitarrista a quien suele vérsele en su mismo camino, sean con sus canciones o con las de otros, pues Vicente gusta de hacer temas de Silvio, Pablo, Noel, o de jóvenes cantautores, así como se adentra en la llamada trova tradicional, regalándonos sus versiones, íntimas, serenas, enamoradas.
Ven a recorrer
todo este día de punta a punta,
ven a recorrerme el cuerpo,
mis puertas, mis ventanas,
ven a recorrer
mi poema de luz y fe
y ven a recorrer
mi esperanza.

También ha musicalizado textos de Antonio Guerrero, héroe de esta Cuba en revolución que ha enfrentado a un imperio cada día más guerrerista y que no nos perdona ser la alternativa, no nos perdona la resistencia con un proyecto humanista, que si bien no ha podido ir tan lejos como sueña, ha cosechado, expandiendo su sueño, una América Nueva Nuestra. En esa lucha, en la que ha estado todo un pueblo, durante décadas, brillan cinco hermanos prisioneros injustamente en las cárceles de los EE.UU., por luchar precisamente contra el terrorismo, contra quienes han matado y mutilado a miles de cubanos, ametrallando pueblos costeros, bombardeando, invadiendo, saboteando, o haciendo estallar un avión civil cargado de pasajeros. Si bien hay dos que han cumplido sus desorbitadas condenas, Los Cinco como un puño corren la misma suerte, pues hasta que no sea liberado el último, todos están en prisión.
Uno de esos hermanos prisioneros, Antonio Guerrero, desde la penitenciaría Florence, Colorado, en EE.UU. deja en sus escritos la mejor semblanza de Vicente Feliú:
La Nueva Trova y la poesía son hermanas. Por ello Vicente no tardó en tomar aquellos versos “valerosos, leales y risueños, con más amor que libertad nacidos” y los llevó al centro de su ser: sus canciones, canciones que han cruzado el mar atravesando muros para dar aliento y esperanza, canciones que han elevado el amor, la solidaridad y la justicia hasta donde el odio y la mentira jamás podrán llegar. Pero la hermandad de Vicente con nosotros cinco no parte de esta relación poesía/canción, ella tiene sus raíces en los principios revolucionarios que indisolublemente nos han unido desde hace muchos años y que nos unirán por siempre.      


Créeme  

Autor: Vicente Feliú

Créeme,
cuando te diga que el amor me espanta,
que me derrumbo ante un te quiero dulce,
que soy feliz abriendo una trinchera.


Créeme,
cuando me vaya y te nombre en la tarde,
viajando en una nube de tus horas,
cuando te incluya entre mis monumentos.

Créeme,
cuando te diga que me voy al viento
de una razón que no permite espera,
cuando te diga no soy primavera
sino una tabla sobre un mar violento.

Créeme,
si no me ves, si no te digo nada,
si un día me pierdo y no regreso nunca.
Créeme que quiero ser machete en plena zafra,
bala feroz al centro del combate.

Créeme,
que mis palomas tienen de arcoiris
lo que mis manos de canciones finas.

Créeme, créeme
porque así soy
y así no soy de nadie.


*Publicado en la sección Cantores de La Jiribilla www.lajiribilla.cu

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