Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

sábado, 17 de mayo de 2014

El Diablo en Somos Jóvenes no 32

Revista mensual 202 Diciembre 2001
Cobra cuerpo una página más con ese estado de gracia de quien se adentra en un misterio que le imanta. La vida nos acostumbra a existir y dejamos de ver la magia que nos circunda, el milagro de la comunicación humana. Esto lo puedo valorar mejor desde este momento de dar razones, sentimientos, pensando en ese alguien (tú) que en un instante desconocido que vendrá (este en el que lees) recibirás mis señales.
¿Cómo eres? ¿Con qué palabras darme mejor? ¿Podré realmente tocarte?
Desconozco tu silueta, tus horizontes, tus inviernos, pero sueño tus ojos ansiosos de reflexiones por los laberintos infinitos de la inteligencia y el amor (si es que la verdadera inteligencia no es en si misma amor) y eso me hace verte y hasta sentirte. No estamos tan lejos como el tiempo y el espacio puede hacer pensar. Estamos conectados por inexplicable o inefable que hay en el alma humana y su sed de hallar amparo en otro ser.
Tomo entonces citas de todos los parajes dichoso de entrar con ellas a ese rinconcito cálido que le guardas a... El Diablo Ilustrado  

El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca.

Estos versos que escribió nuestro José Martí con solo 15 años de edad nos dan la dimensión libertadora del amor a la patria, un principio que desde entonces hasta el Patria o Muerte de nuestros días nos identifica.
Ahora bien, ese sentimiento que nos une, ese orgullo al decirnos cubanos, es mucho más que un lugar físico. País es la tierra en que se nace pero patria lleva una emotividad, un conocimiento de qué ha sido y es ese país.
El Maestro nos enseñó a reconocernos buscando nuestro rostro en las raíces: oscura anduviera la memoria si no se iluminara con la vida de los héroes de la patria. De ahí la importancia de la historia, de saber el entorno, del que somos hijos, de hurgar en los siglos como quien no se cansa de buscarse en la vida de sus padres, de sus abuelos.
La historia es parte de la identidad del ser humano. Hay quienes viven como extraños de sí mismos pues desconocen su lugar en el universo. Amar a la patria es apresar lo más posible el instante en que se habita y esto tiene que ver con la cultura que se atesora: mientras más se conoce mayor dimensión tenemos de la patria. Porque ella está en las anécdotas que guardan los muros o casas de la ciudad, en la poética de su cancionero, en las motivaciones de un partido de béisbol, en una manera de andar, en una costumbre, en un paisaje natural, en su clima, en su luz solar. Con el conocimiento dejamos de ser simples espectadores del mundo circundante para sentir cada palmo de su naturaleza y su vida como una parte más de nuestros cuerpos.
Fernando Pessoa nos invita a meditar desde estos versos:
El Tajo es más bello que el río que corre por mi aldea,
pero el Tajo no es más bello que el río que corre por mi aldea
porque el Tajo no es el río que corre por mi aldea. 

Si entendemos aquí que el “río que corre por mi aldea” es todo lo que va acompañando y animando la vida en la medida que nuestro conocimiento aprende a amarlo, arribaríamos a un concepto de patria que se ensancha infinitamente. De ahí que Martí expresara un día patria es humanidad. Desde ese gozo incomparable que sentía cuando estaba en su tierra supo ensanchar su alma para sentirse hijo del universo.
Decía el poeta Constantino Kavafis: No hallarás otra tierra ni otra mar. La ciudad irá en ti siempre. Y es que solo desde el arraigo al terruño se puede llegar a esa identidad como ser humano que nos permite la universalidad. El que abandona su tierra, el que no llega a sentir por sus raíces está condenado a flotar como quien no tiene centro de gravedad. Como el propio Kavafis dijera: La vida que aquí perdiste la has destruido en toda la tierra. De ahí la importancia de profundizar en lo que nos ha moldeado, en saber valorar en toda su dimensión ese espacio físico y espiritual al que llamamos patria.
Ese propio Martí que daba su vida al mundo escribió también: ¿Casa dije? No hay casa en tierra ajena!... Él, que vino de todas partes y hacia todas partes fue llevado precisamente por amor a la patria, supo que nada hace más feliz que el sentirse acunado con el arrullo de sus palmas, con el calor de su gente, por ese ambiente único que nos da esa madre mayor. Vale la pena detenernos en esta definición que nos dejó: Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas.
“Comunidad de intereses” o sea, las ideas que en el presente compartimos. “Unidad de tradiciones” ese pasado que heredamos tanto por la historia como por la transmisión familiar de generaciones. “Unidad de fines” los proyectos que forjamos. “Fusión... de amores y esperanzas”, sentimientos y sueños afines.
No hay felicidad mayor que sentirse su hijo, que conocerla, que darse y recibir de ella. Ya que buscamos en nuestro José Martí definiciones, nada mejor que sentirme atado a ti con este pensamiento que él entrega como despedida:
¡Todo, oh patria, porque cuando la muerte haya puesto fin a esta fatiga de amarte con honor, puedas tú decir, aunque no te oiga nadie: “¡fuiste mi hijo!” ¡No hay más gloria verdadera que la de servirte sin interés, y morir sin manchas!     

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