Y “Memorias del subdesarrollo” sigue gustando aún,
es extraño que a 40 años no se apagó su luz.
Como cada diciembre nuestros pueblos llegan a Cuba a reconocerse y estrecharse en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Cine arte, cine memoria, cine indagador, soñador, cuestionador, humanista, cine que nos libera como seres humanos, porque nos hace crecer culturalmente, porque nos enseña a disfrutar creativamente, a contrapelo del cine hollywoodense plagado de fórmulas y efectismos huecos que enmohecen nuestra capacidad de apreciar poéticamente la obra de arte, pues de eso se trata cuando se habla de verdadero cine, de arte. Precisamente la primera ley de la Revolución Cubana, (¡La primera ley de la Revolución Cubana!) -anterior, incluso, a la de Reforma Agraria-, es la que funda el ICAIC, o sea el nuevo cine. Publicada en La Gaceta Oficial, en fecha tan temprana como el Martes 2 de marzo de 1959. Era entonces el presidente del país el doctor Manuel Urrutia, la firman Fidel Castro Ruz como Primer Ministro y Armando Hart Dávalos como Ministro de Educación. No hay que conocer demasiado de nuestra historia para imaginar a Fidel y Hart conspirando con Alfredo Guevara en la redacción de tan hermoso documento, en que su primer “por cuanto” es la síntesis de un ensayo sobre cultura y declaración de principios a la vez:
“Por cuanto: el cine es arte.”
Y se hizo la luz… y llegó el cine para mirarnos poéticamente, y fueron emergiendo en la américa nuestra creadores que se juegan todo, hasta la vida a veces, por hacer arte, o sea, para traducir de la manera más honda la vida de sus pueblos, sus dolores y sueños.