Fidel es un país

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____________Juan Gelman

martes, 21 de febrero de 2012

Eternos Trovadores de la herejía

Gerardo y Varela  Foto Richard
El 18 de febrero de 1968 la sala Che Guevara de Casa de las Américas acogió el nacimiento de la Nueva Trova cuando cantaron allí sus primeras canciones Silvio Rodríguez, Pablo Milanés Noel Nicola, y otros amigos invitados, Vicente Feliú, Martin Rojas y Eduardo Ramos. 
El 17 de febrero de 2012, cuarenta y cuatro años después, otro acontecimiento en el mismo lugar dio fe de la eternidad de la trova cuando Gerardo Alfonso y Carlos Varela ofrecieron un concierto memorable. Se presentaba el libro “Trovadores de le herejía” de los autores Bladimir Zamora y Fidel Díaz, que recoge buena parte de la obra de cuatro de los más importantes creadores de la generación de los 80, Santiago Feliú, Frank Delgado, Carlos Varela y Gerardo Alfonso.
Desde las 6 de la tarde jóvenes con guitarras aparecieron por los alrededores de Casa de las Américas, y ocuparon el césped de la calle G; en una pantalla gigante las tandas de video fueron aglutinando a un público que llegó a rebasar las 400 personas; desde entonces comenzó la venta del libro lo cual evitó tumultos.
A las 8 de la noche Maria Elena Vinueza, vicepresidenta de Casa de las Américas, dio la bienvenida al gran suceso. Fernando Rojas, viceministro de cultura (y que fuera presidente de la Asociación Hermanos Saíz) habló como el viejo amigo que compartió sueños y guitarrazos con esos cuatros trovadores que empiezan a convertirse en leyenda.
Gerardo Alfonso  Foto: Richard
 Arrancó Gerardo Alfonso a piano interpretando “Amiga mía”, estrenando también canciones, y llevando al público al delirio con “Quisiera”, luego entró su banda y el voltaje en la sala siguió creciendo hasta el delirio con clásicos como “Sabanas blancas” y “Son los sueños todavía” la cual dedicó a ese gran amigo, de sueños, de ética, de pensamiento y acción  que le acompaña en su canto, el Che Guevara.
Salió de escena y llegó Carlos Varela, y nuevas ovaciones sacudieron la sala y la calle donde cientos de jóvenes seguían por la pantalla el acontecimiento. Dedicó canciones a Haydée Santamaría, recordó que siendo muy joven vio en la pared de aquella sala una frase de ella: la nueva canción no solo debe ser comprometida sino que también comprometa. También recordó Varela a dos de esos ángeles de la trova que ya no están Noel Nicola, Sara González y El Plátano, fotógrafo al que le parecía ver en los nuevos que allí estaban tirados por el piso buscando el mejor ángulo. Varela pidió luces y el público iluminó las vidas. Momento muy especial cuando dijo Varela que quería hacer un homenaje a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, no solo a los grandes trovadores que son sino también a los amigos tan entrañables que fueron, y a ellos dedicó “Foto de familia”.  
Carlos Varela afinando la guitarra Foto: Richard
Las ovaciones llegaron al delirio cuando Carlos Varela comenzó a rememorar aquellos tiempos en que junto a Frank y Santiaguito comenzaron aquella travesía envuelta en la magia de las canciones, y fue entonces que recordó que hace 18 años hicieron el último concierto junto él con Gerardo en el parque de H y 21 del Vedado. Llamó a Gerardo Alfonso que, sonriente, dijo “pensaban que no, y sí”, aludiendo a que los dos cantarían juntos. La magia entonces, creció hasta el estremecimiento colectivo, muchos confesaron después haber llorado varias veces.
Gerardo recordó cuando Carlos hizo “India” y la cantaron a dúo poniendo una vez más de pie al público. Varela dibujó a Santiaguito con una anécdota muy simpática, que muestra su sentido del humor y ese ego infantil que lo caracteriza:
Estaban en los camerinos de un teatro, con el gran músico brasilero Lenine y Santiago le dice a Carlos, ven para presentártelo.  Se saludan y Santiago le dice al músico de Brasil, “mira este amigo es muy importante, Carlos Varela es el tercero en el país, el tercero entre todos los trovadores y yo soy el uno”. Lenine, entonces, se rie y le  pregunta a Santiaguito “Bueno ¿y el dos quién es?” y la respuesta de Santiago, como quien dice lo obvio: “¡Silvio, compadre, Silvio!”.
Cantaron juntos, ellos y el público “Giovanna” de Gerardo y “Memorias” de Carlos, canciones que a dúo nunca habían hecho en público. En medio de esa magia Varela pidió a uno de los autores del libro, Fidelito, que subiera a leer el correo que les había enviado desde España Santiago Feliú:
“ .....los años 80s junto a Frank, Gerardo y Carlitos fueron de una riqueza humana y creativa intensas, prácticamente vivíamos juntos porque nos la pasábamos callejeando, guitarreando y de peña en peña; ejercicio trovadorezco habitual en los años luminosos de la Nueva Trova. Era como una escuela donde aprendíamos de nosotros mismos, luego de lo aprendido de los trovadores nacidos en la década de los 40s, aquellos lucidos y renovadores trovadores que vivieron en carne propia el nacimiento de la Nueva Cuba...pues nosotros traíamos lo nuestro y hasta hoy lo seguimos defendiendo, demostramos ser la continuidad de la canción inteligente,  cada uno con su "que decir", con sus formas musicales y poéticas tan distintas que fuimos perfeccionando... el caso es que me parece hermoso que hoy se reconozcan nuestros aportes a la canción...gracias por el libro y la verdad es que me hubiera encantado estar con ustedes pero cumplo compromisos que ya tenia....cariñotes…Stgo Feliu”.
Tras los aplausos Fidelito dijo: —Una acotación; a los 8 o 10 minutos de recibir ese correo, llegó otro: “...suerte  con la presentación y el concierto...estaré al tanto internettiscamente.......después de cariñotes, pon Santi ....mas cálido........abrazon.
Y si esto fuera poco Gerardo Alfonso y Carlos Varela cantaron “para Bárbara” con un coro de público que se sabía viviendo uno de esos momentos trascendentales en nuestra cultura.  
Fernando Rojas presenta junto a los autores
Palabras de Fernando Rojas, Viceministro de Cultura en la presentación del libro “Trovadores de la herejía

Nadie ha sabido ni sabe cantarle al amor y a la Patria como los trovadores
Buenas noches.
Parafraseando la canción puede decirse que Carlos y Gerardo están con sus bandas, Santiago está en España y Frank está en "El Sauce". En cualquier caso, el libro que se presenta es de todos ellos, de los cuatro, que no deben confundirse con los otros Cuatro, y resulta un extraordinario regalo para todos los melómanos y trovadictos de Cuba, Latinoamérica, España y tierras y mares adyacentes. O sea, para casi toda aquella parte del mundo conocido que disfruta -y lo subrayo: DISFRUTA- con la canción inteligente y el sabor inconfundible de la cubanía. Por demás, estos cuatro han incursionado mucho más allá de los ritmos propios y las múltiples fusiones que de ellos se han desprendido. Cultivan, entre los cuatro, toda la diversidad musical del planeta. Quizá por ello, y por lo singulares que hemos sido y seguimos siendo, cuando Santiago llamó Planeta Cuba a una de sus más recientes creaciones sintetizaba una ética, un compromiso y una perspectiva estética abarcadora y definitoria. La obra de Santiago,Frank, Gerardo y Carlos ya nos marcó para toda la vida.
Y lo digo, porque este es también un homenaje a mi generación, a los contemporáneos de estas canciones que las estamos compartiendo hace más de 25 años y con toda seguridad lo seguiremos haciendo.
El libro que armaron Bladimir Zamora y Fidel Díaz Castro es un suceso de la trova cubana. Publicado por la Editora Abril, su plato fuerte son 168 canciones de Varela, Santiago, Frank y Gerardo, además de excelentes entrevistas a cada uno de ellos. Tiene un título afortunado y fue prologado con todo derecho y justicia por Vicente Feliú. La edición es cuidada y hermosa y abunda en fotos espectaculares.
La lectura de estos versos y su sonido inconfundible y peculiar evoca recuerdos y motiva iniciaciones. La mayor parte de nuestras vidas adultas está en estas canciones. Desfilan ante nosotros la beca, las
Gerardo y Varela  Foto Richard
movilizaciones, el Mariel, las noches de la bohemia habanera de los 80, los primeros performances en las calles del Vedado, la caída del muro, Berlín, el Papa, Gorbachov y Alá…. Le hemos cantado al último amor y al Che Guevara con estos amigos y con ellos mismos escudriñamos las angustias de la crisis y devolvemos los golpes que la desigualdad y la apatía propinan a nuestros sueños. La visión del Jalisco Park que se nos perdía apenas anunciaba otros desencuentros y desafíos de una magnitud abrumadora.
¿Qué nos pasó, Fernan?, me ha preguntado Gerardo, serio y reflexivo. Y nunca logro responderle del todo, ni responderme a mí mismo. Nos pasaron muchas cosas, buenas y malas. Aquel mundo de las primeras canciones, tan imperfecto y tan querido, ya no está más. No se olvida, ni se entrega. Probablemente, éramos felices y no lo sabíamos.
La trova sigue. No se muere. No la hemos dejado morir. Ahora es más vasta y más diversa, pero tan beligerante e indagadora como siempre. Nadie ha sabido ni sabe cantarle al amor y a la Patria como los trovadores. Y en la trova está lo mejor de nosotros, que seguimos con ella, aquí y allá. En estas canciones anidan nuestras esperanzas. Con ellas crece nuestra terca voluntad de salvación.
Dice Frank que el alma se pierde en la carretera, con Santiago, con Gerardo y con Carlitos Varela. En ese verso, perder no quiere decir desaparecer, sino más bien, entregarse.
Vamos a pasarla bien. Gracias.
Fernando Rojas, Casa de las Américas, 17 de febrero de 2012.



2 comentarios:

  1. Fabuloso concierto!!!
    Gracias trovadores por seguir haciendo poeesía en estos tiempos

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    Respuestas
    1. Tiempos en que la poesía vale doble, me sumo en agradacer a los herejes que, guitarra en mano, miran y cuentan la vida desde una profunda eticidad y gran carga poética.
      No está mal que brindemos también por los trovadictos que hacen de los conciertos y descargas paraisos espirituales

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