Revista mensual 193, Marzo de 2001 |
1…2…3… Caen así, muy lentamente —como para rozar tu alma— las palabras que escribo. Sopesadas por le viento de lo eterno cual leves olas que tienen el tacto de humedecer sigilosamente tu espíritu. ¿Qué busco? Darte algunas señales para que mis más nobles experiencias, de las que soy deudor, lleguen a tu sed de conocimientos, las consultes, las critiques desde tus luces y le otorgues la entrada al universo de tus pasos. No espero que me aceptes porque sí, pero aspiro a que confíes en este ser travieso que siempre que se equivoque lo hará desde el más honesto y enamorado deseo de serte útil. Cada instante en que lo logre me sentiré como tocado por la inmortalidad, pues ¿qué es la gloria sino esa microhuella de bien que podemos dejar en el prójimo? No tendré otro rostro que el de las ilustraciones que te dejo en cada texto, pero vagaré feliz si en algún rincón de tu existencia colocas como el más humilde amigo a… El Diablo Ilustrado
Alguien dijo que todos quieren aprender peor ninguno está dispuesto a pagar el precio. Yo no sería tan categórico pero coincido en que el conocimiento cuesta, aunque salga más cara la ignorancia. Cada instante es un maestro pero hace falta que atendamos a sus enseñanzas, si desconectamos la curiosidad y dejamos que el universo gire a nuestro alrededor ocupados en cosas tontas, consumimos la existencia como en un limbo, en otras palabras, vivimos para perder el tiempo. ¿Para qué es importante estudiar, leer? Obvio, para saber. Pero… ¿saber para qué? Yo diría que para aspirar a vivir. Todo humano cree que por haber nacido ya está viviendo y en esto tiene razón, parcialmente. No se le puede negar a ningún nacido y no fallecido su carácter de vivo, pero la vida no es solo andar por el mundo sino, además —y sobre todo— estar cada vez más en él. Desentrañar sus infinitos misterios es tarea de vivos y para eso debemos consultar a otros vivos y a los muertos (que han vivido). Cuando lees una buena obra literaria estás asimilando la experiencia vital de alguien que estudió su época, su gente, su propia vida e instintiva o conscientemente estás incorporando otras visiones a tu experiencia vital. Cuando asistes a un teatro, sea una puesta en escena o un concierto de música, estás bebiendo de la interpretación que han hecho otros del sentido de la existencia. Esto —siempre que lo que consumas sea arte y no el pseudoarte de esos mercaderes que pretenden entretenernos banalmente con frases pegajosas y huecas, o espectaculares, para ganarse la vida a costa de nuestra ignorancia—nos entrega ideas, sueños, que elevan la capacidad para asumir los días. Mientras menos se ignora más hondo calan nuestros ojos en el universo que nos circunda. Piensa mucho en esto porque nos tocó una era donde se vende mucho gato por liebre. Son casi las excepciones y no la regla, por ejemplo, las películas que van más allá de fórmulas para atraparnos epidérmicamente, todas esas que desde la primera secuencia ya sabemos todo lo que va a pasar. Y así sucede con la música y casi todas las manifestaciones artísticas donde el mercado ha comprado el alma de los creadores o ha investido a habilidosos farsantes de tan noble título. El arte es el que te sacude, el que te desconcierta, el que te obliga a crecer para desentrañarlo, el que te incita al placer de entrar a lo desconocido.
Cada paso de la existencia es una encrucijada de infinitos caminos ante la cual estamos constantemente obligados a escoger uno; elegir el que lleva más lejos —es decir, a una mayor felicidad—, depende del instinto que otorga la cultura que se alcanza. Si desconoces las luces del semáforo y lo que dicen, cada vez que cruzas una calle o avenida donde cuelgue uno, estás al borde la muerte. Así, cada ignorancia equivale a un paso en falso, o a otras pequeñas muertes invisibles, esas que llevan a uno a preguntarse ¿por qué todo me sale mal? Lo usual en esos casos es echar las culpas a la suerte; y el azar a todos nos juega una mala pasada de cuando en cuando, pero créeme, que un espíritu elevado está en mejor posición para enfrentarlo. Aprender a vivir es aprender a amar y a amar nos lleva la cultura.
Permiso amigos, un blog de amigos de Rey. "Lo que dijo Enrique Ubieta sobre Rey Montalvo" http://reymontalvo.blogspot.com/2012/09/escrito-de-enrique-ubieta-sobre-rey.html
ResponderEliminarLo que dijo Marta Valdés de Rey Montalvo http://reymontalvo.blogspot.com/2012/03/lo-que-dijo-marta-valdes-de-rey.html
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