Fidel es un país

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____________Juan Gelman

domingo, 27 de diciembre de 2015

Fernando Cabreja: No me dediqué a componer para llegar a la fama

Publicado en
www.caimanbarbudo.cu

Por: Laura Rodríguez Fuentes.

“Mis canciones no son maniquíes; todo lo contrario, son seres vivos que provocan, hacen reflexionar, mueven el pensamiento. Son canciones frontales, de barricada…”


A Fernando Cabreja nunca le ha importado cómo luce ante los demás, o al menos esa es la imagen que proyecta en el escenario. Su canto «desaliñado» atrapa, envuelve a quien lo escucha, porque mastica las frases como si recitara un poema. Es de esos trovadores ¿desconocidos? No, poco promocionados.

A menudo alguien toca sus temas y el público, por desconocimiento, se las atribuye al cantor.  Así ocurrió con “Canción del desaliento”, popularizada por el emblemático Trío Enserie a mediados de los años noventa.
Nació en Holguín y allí estuvo por un tiempo considerable, componiendo sin que muchos notaran su presencia en la nueva canción contemporánea cubana. No fue hasta el 2007 que grabó su primer A Guitarra Limpia, Como una luna en pie, en el Centro Pablo de la Torriente Brau.
Cabreja afirma que no hace canciones, que se las manda Dios y él las transcribe. “Esas son las más logradas, por cierto. Creo en esas  que llegan sin avisar, las que vienen cubiertas por el aura invisible de la eterna sorpresa. Las otras son de oficio, y por lo general, les falta alma. Y están las hechas por encargo, movidas por un interés monetario, o de reconocimiento ético. Todas requieren igual de mucha pasión y de laboriosidad extremas. Te desgastan. Intuyo que son como el parto para las mujeres. Dejan una sensación doble de dolor y de placer”.
“Las canciones son luciérnagas, si no sabes atrapar su luz en el instante justo que aparecen, cuando quieras hacerlo ya no es lo mismo, te traicionan y se convierten en otra cosa.
“La creación artística es algo muy subjetivo. Y más a los que nos tocó el karma de la composición de canciones. Trabajamos con polvos intangibles, con sustancias etéreas: palabras, sonidos, silencios cómplices, ruidos, golpes de agua, dibujos corpóreos de asociaciones emocionales que el artista percibe y recrea solo en su imaginación.”
—¿Cuándo compones tus primeros temas?
—Comencé a guitarrear mirando a mi padre, Enrique Cabreja, que cantaba tango y las canciones de Manuel Corona. Eso fue en mi casa de Zabala, un pueblito de campo a unos tres kilómetros de Sagua de Tánamo, que fue la ciudad donde me inscribieron, pues mi madre, Zoila Estrella Garcell Escudero (nombre de reina), me fue a parir al Reparto Sueño en Santiago de Cuba, a un costado de la posta 3 del Cuartel Moncada. De ahí, digo yo, es que vendrá mi espíritu rebelde. Y me parió, para que no hubiese dudas de eso, dos días después de la sorpresiva muerte, o desaparición, o fuga hacia otra galaxia, de Camilo Cienfuegos Gorriarán, mi gran ídolo político de esa generación.
“Te voy a decir un fragmento de un texto de una canción que le dediqué al Héroe de Yaguajay que se titula ′Como paloma blanca’, es del año 1987.En una parte dice: Te sigo viendo, en cada avión que pasa sobre el mar, con tu cara de Cristo entre el palmar, gastándote una broma en pleno fuego.
“Mis primeras canciones de rigor nacieron entre Sagua de Tánamo y Moa, municipios al nordeste de Holguín. Recién había terminado mi Licenciatura en Historia del Arte en La Universidad de la Habana. Soy el mayor de tres hermanos y mis padres estaban viejitos, había que estar con ellos.”
—¿Intervino esa situación familiar en tu carrera?
—A partir de ahí supe que la vida es por tramos, y que si quería ser trovador, mi carrera siempre iba a estar en un segundo plano. Mi familia primero, después todo lo demás. Sentí que mi deber estaba allí, cerca de mis viejos, (los dos todavía me siguen dando aliento desde el cielo).
—¿Dónde te mostraste por primera vez?
—De mis comienzos te diré que yo cantaba desde la Secundaria Básica, en los Festivales de la FEEM. La primera canción que canté en un teatro fue en Moa: “Plegaria a un labrador”, del chileno Víctor Jara, y mira, ahora estoy en Chile desde finales del 2014. El destino es algo mágico, un camino que tú no puedes variar, una ruta trazada. Yo creo en esa mística, y hasta en la reencarnación. En mi vida futura quisiera ser un gorrión, o el avión CESNA de Camilo que nunca se encontró.
—¿Cuáles fueron tus influencias musicales?
—Mis primeros contactos musicales vienen del Sur, de esos tangos de Gardel que mi padre cantaba, y luego escuchando a Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, Daniel Viglietti; y un poco más tarde, ya en el Preuniversitario, empecé a encontrarme con Joan Manuel Serrat, Silvio, Noel Nicola, Pablo, y todo el rock inglés de los 70, esas son mis influencias más tempranas.
“Quiero decir que soy amante de toda la música latinoamericana y caribeña. Del vals peruano, el joropo venezolano, la samba brasilera, la milonga uruguaya, del reggae jamaicano. Pero, más que nada, soy un apasionado del bolero y de la trova cubana. La trova de los padres fundadores principalmente, sí, la de aquellos que tocaban con cuerdas de alambre y usaban como cejilla un trozo de madera amarrado con un hilo.
“He oído también mucha música clásica. Me gusta mucho el movimiento barroco, Bach, sobre todo, y, por supuesto, otros autores de otros periodos y países como Chopin, Frank Litz, Mozart, y los grandes de la Escuela Rusa del siglo XIX.”
—¿Cuánto te aportó la relación con la compositora Edelys Loyola?
—En la vida hay que ser grato, el ingrato no tiene ningún valor para mí, tanto en la vida como en el arte. Estos son los años en que me re-encuentro con Edelys Loyola, que ya tenía dos hijos de su primer matrimonio. Edelys se convirtió, no sólo en mi primera espectadora, sino en mi mejor crítico. Hoy por hoy es una de las más importantes cantautoras para niños de Cuba.
“Edelys y yo habíamos sido novios en la adolescencia, pero nos distanciamos y ella no perdió tiempo, se casó, y parió dos varones que hoy son dos hombres. Dicen por ahí que padre es el que cría.Y eso hice, los crié cuando Cuba entró en la más dura crisis de toda su historia, a principios de los 90. En 1987, nació mi única hija de sangre, Edelita, que es flautista, arreglista  y cantante.”
—Posiblemente seas de los pocos periodistas-trovadores en la historia de la música cubana…
—No sé si sea el único trovador periodista que haya en Cuba, pero no creo que abunden. Sé de muchos trovadores que han incursionado en la radio, conduciendo programas de la trova, obvio…Pero haber llevado una carrera en la radio por 27 años, y estar haciendo canciones al mismo tiempo, no creo que existan muchos.
“La radio me enseñó a editar, a ser breve, a eliminar la hojarasca. Todo lo que me suene discordante al oído, lo suprimo automáticamente. Yo, que quise ser cineasta, hallé en la radio el soporte para realizar documentales. He alcanzado varios premios provinciales y nacionales como realizador de documentales. Ingresé en la Uneac, incluso, por la Asociación de Cine, Radio y Televisión, no por la de Música.”
—Me atrevería a asegurar que nunca fuiste profeta en tu tierra
—De música no sé nada de nada. Yo soy un trovador naif, totalmente intuitivo, que se deja guiar por  la espontaneidad. No me he sentido  profeta en mi tierra. Soy un duende utópico, como digo en mi canción “Marcha de la vida esdrújula”: un tipo normal, que come, bebe y procrea, como dijo el viejo Whitman. Un guajiro con sueños y dudas; con caprichos, y ansiedades. Todas esas cosas subyacen en mis canciones. Y nunca me he inventado un personaje, soy yo mismo arriba del escenario o en la cola del mercado. Los que me conocen saben lo que estoy diciendo.
—Muchos afirman que haces ese tipo de canción en las que la melodía se subordina al texto. ¿Es así?
—Alguien dijo, creo que fue el periodista Joaquín Borges Triana, mi amigo de la vieja guardia, que yo era un cantor de textos, y en parte es cierto pero, ojo, sin creación musical no hay canción. La canción es un matrimonio bien llevado entre línea melódica y mensaje literario Ah, de que mis letras quizás gusten más que mis melodías, puede ser.
“Te aseguro que si la melodía no atrapa, por muy contundente que sea la letra, no llega nunca a ser canción entonable. Con la melodía ya viene el ritmo, el aire y hasta la atmósfera de la canción. Y también los colores, la textura…”
—¿Sientes, quizá, que tu obra no fue lo suficientemente valorada en su momento?
—Vivimos hace rato en una época en la cual los productos culturales se fabrican mediáticamente y con mucho dinero por delante. Yo me siento un personaje anacrónico, relegado tal vez, poco valorado más bien. Aunque sé de muchos con una obra estéticamente atendible y nadie hace nada. O sea, no soy solo yo. No me dediqué a componer para llegar a la fama, tener éxitos y viajar el mundo. Soy consecuente con mi destino. Trabajé en la radio durante años, he sido padre de familia y trovador. Imagínate, no se puede ser tantas cosas al mismo tiempo y en todas salir airoso.
“Para mí, crear canciones es un instinto de salvación, una catarsis para conmigo mismo. Por lo que veo, nunca voy a llenar un teatro, o un estadio, aunque sé también lo que es cantar para cinco mil personas y solo un diez por ciento sepa lo que tú estás trasmitiendo.”
—Pero la generación de jóvenes cantautores te endiosa de cierta manera…
—Esos deben ser los de Santa Clara que, según ellos, fueron a Moa por mí, para verme y escuchar mis canciones frente a frente. Eso jamás lo olvido, y me emociona. Hay otros trovadores de la capital y de otras provincias que también me estiman y saben de mi obra.
“Yo nací, por lo que veo, para no ser reconocido por las grandes masas. Nunca tuve dinero para pagarme los videos-clips, ni los instrumentos para formar un grupo, nadie hizo nada por ayudarme y mucho menos para grabar un disco de estudio, como debe ser. He podido presentarme en La Habana, únicamente en el espacio A Guitarra Limpia del Centro Pablo. Tengo canciones listas para cinco discos. ¡A saber ahora cómo, cuándo y dónde las podré grabar!
“Ya estoy por encima de los 55 y no dejo de preguntarme: ¿Qué será de mis canciones si no he podido grabar? Y son unas 130. Me las llevaré a la tumba, así me alegrarán la vida en el más allá.”
—Tú eres fundador del festival Trova Viva… ¿Cuéntame de esa experiencia tan importante que lanzó a varios cantautores cubanos a la palestra pública?
—El evento Trova Viva, que Edelys y yo creamos en Moa en 1999, fue una posibilidad para que, desde allí, entráramos en contacto con la más joven canción trovadoresca de aquellos años. Los primeros en sumarse fueron Freddy Laffita y Norge Batista de Las Tunas, y Pachy Ruiz y Líamer Llorente que integraban el naciente Dúo Anhelos, que luego se convirtió en Cofradía. Trova Viva fue un oasis en el desierto. Solo existía el Longina y ya. Los otros eventos de trova estaban en quiebre.
“Trova Viva encontró muchos obstáculos para sobrevivir. A los directivos de Cultura de Moa y de Holguín no les quedó más remedio que sumarse, pero al principio se desentendieron, le ponían mil trabas. Sólo algunos empresarios de la industria cubana del níquel me apoyaron con el transporte, y el hospedaje en sus casas de visita. Cultura tuvo que asumir más tarde el pago del hospedaje y la alimentación en el Hotel Miraflores, como debía haber sido. Y es que me veían como un loco anarquista. No valoraban la importancia de la ‘canción social poética′, como me gusta llamarla.
“No puedo dejar de mencionar, por ejemplo, al ingeniero René Estévez, el alma de este evento, él y todo su equipo de la Empresa Ernesto Ché Guevara entre el 2003 y el 2006. Siempre conté, eso sí, debo decirlo sin tapujos, con el apoyo de los dirigentes de la UJC, del Partido y el Gobierno en el territorio. Claro, no le quedaba más remedio. Nombrarlos a todos no puedo, son muchos.
“Fue una odisea hermosa ese Encuentro Nacional de Trovadores. Allí llegaron Michel Portela y Alito Abad, siendo unos adolescentes que sólo tenían tres o cuatro canciones que mostrar, y otros muchos jóvenes trovadores del país y gente como el boliviano Jorge Zurita, quienes le agradecen al Trova Viva haber sido una de sus primeras plataformas de fogueo.
“Llegaron a la tierra roja los mejores exponentes de la nueva canción trovadoresca desde La Habana hasta Guantánamo, y ninguno cobró nunca un centavo por cantar. Gerardo Alfonso, Ángel Quintero, Augusto Blanca, La Trovuntivitis completa. También Ray Fernández, David Torrens, Fernando Becker, Diego Cano, Inti Santana, etc.
“Trova Viva fue, no porque lo diga yo, pregúntale a los trovadores que participaron, una verdadera fiesta comunitaria para el pueblo de Moa, ávido de apreciar opciones artísticas diferentes, alejadas de la pipa de cerveza y del mundanal ruido.
—¿Cómo caracterizarías al trovador cubano?
—En Cuba, el trovador, y creo que le pasa a todo artista en muchas partes del mundo, tiene que ser un hombre o una mujer-orquesta. Dejar todo y dedicarse a eso solo, y ya. Yo no quise eso, siempre me he considerado ante todo un padre de familia, que priorizó criar tres hijos y sostener un hogar, a mi familia, muy distante de los circuitos de promoción y lejos de la Habana.
—¿Cómo valoras el estado de la trova cubana actual? Incluyéndote a ti…
—Como no hago canciones estribilleras, esas que de inmediato necesitan  de las palmadas y los coros para sobrevivir, es decir: para que funcionen, pues apenas me conocen en mi país. Por ello tal vez mis temas no sean famosos. Mis canciones no son ocasionales, son para toda la vida; ni han sido concebidas para cumplir una meta o quedar bien con algo o con alguien.
“Me parezco al salmón, nado contra la corriente. Nunca he estado de moda, ni me interesa. Me interesa el modo en que digo mis cosas y me hago las preguntas. Tengo tranquila mi conciencia: ninguna canción mía ha sido utilizada para fines políticos.
“Mis canciones no son maniquíes; todo lo contrario, son seres vivos que provocan, hacen reflexionar, mueven el pensamiento. Son canciones frontales, de barricada. Yo digo, por ejemplo: Todo se nos va por el tragante: las palabras, el aliento, el esfuerzo y el cordel.
“No podemos seguir en lo mismo, ni a estas alturas jugar con Martí. Cuba es demasiado La Habana, yo lo sé, la primera que se puede perder: ojo con la Patria mis hermanos, o nos cagamos. Eso no se digiere tan fácil; es decir, choca, sobre todo a los oportunistas y a los tecnócratas, que son en definitiva vampiros que le chupan la sangre a la nación.
«No obstante: Si a tu casa asoma su perfil la duda, comienza a cantar canciones y tendrás fortuna. Para el mal humor, toma este buen consejo, respira profundo y mira al sol, que es viejo. Escucha las tonadas de tu hija, si la desesperanza te cobija, y olvida los rencores al momento, que el amor puede más que el desaliento. Y si te cae el peso de la soledad, dale un paseo tranquilo a tu ciudad…»

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