Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

viernes, 16 de marzo de 2018

Eduardo Ramos: el beso que me faltó dar

Siempre te vas en las tardes
y el tiempo se va atrás de ti
pegado a tu piel como el sol
quemando el silencio mi voz.
Acabo de recibir la llamada de Lisandra, joven periodista con quien tenía un encuentro este viernes 16 de marzo en Abdala: -se suspendió, murió Eduardo Ramos. A pesar de ser fuente segura, busco la nota para confirmar; y en efecto parece que esta vez se fue en la madrugada. 
Me quedo triste pensando
en el beso que me faltó dar
o el deseo que queda tenaz
pero tarde es, tengo que partir.
La vida sigue su curso afuera
mi cama está sin vestir aún. 
Compositor, arreglista, contrabajista y guitarrista, había nació en La Habana el 20 de octubre de 1946. Participó como bajista en el Primer Encuentro Internacional de la Canción Protesta en 1967.
Fue de los primeros en hacer canciones “raras” a mediados de los 60, estuvo en el primer concierto oficial de la Nueva Trova, aquel sábado 18 de febrero de 1968 en la sala Che Guevara, de Casa de las Américas. Los protagonistas eran Silvio, Noel y Pablo, pero se cuenta que al agotárseles el repertorio de “canciones protestas”, y ante el “otra, otra, otra” del público, echaron mano a tres amigos que andaban en el mismo camino Vicente Feliú, Martin Rojas, y Eduardo Ramos.


Martin Rojas, Eduardo Ramos, Omara Portuondo, Sergio Vitier, Maggi Prior en el Primer Encuentro Internacional de la Canción Protesta, Casa de las Américas 1967
De cara a cara con el porvenir,
qué meta puede hablar,
si no es la meta de vencer o morir.
En cada cuadra un comité,
en cada barrio revolución,
cuadra por barrio, barrio por pueblo,
país en lucha: revolución.
Su voz de trueno llega en los coros del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, del cual era el bajista y autor de varias piezas como la “Canción de los CDR, “Salgo de casa”, “Canción del microbrigadista”, “Vocación: revolución”, “No tenemos derecho a empezar”, “Desde entonces la batalla empezó”, y “Báilalo (si puedes)” que compuso con Pablo Menéndez y Emiliano Salvador, y “Su nombre en pueblo” que Sara González convirtió con su voz en un himno.
A los héroes
se les recuerda sin llanto,
se les recuerda en los brazos,
se les recuerda en la tierra;
y eso me hace pensar
que no han muerto al final,
y que viven allí
donde haya un hombre presto a luchar,
a continuar.
Luego décadas como el bajista del grupo de Pablo Milanés, quien hizo suyas canciones de Eduardo como “La leyenda del caminante”, “Y siempre dimos más”, “Búscate allí”, “Con la espada y con la cruz” y otras piezas antológicas que Pablo Milanés hizo suyas como “36 peldaños” y “Siempre te vas en las tardes”. 
Al otro día regresas y vuelvo
en tus brazos a amar o hablamos
de algún tema actual
y el tiempo nos vuelve a buscar.

Y así vivimos los dos alerta
sin dejar nada,
sin darnos tregua.
Aquí reproduzco lo publicado hace un rato por Silvio Rodríguez en su blog Segunda Cita:

Eduardo Ramos

En la madrugada de hoy, viernes 16 de marzo de 2018, se nos fue Eduardo Ramos Montes, hermano, bajista y uno de los fundadores del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC. Pongo la nota que escribí en enero para su último disco, que debe salir pronto. Segunda Cita abraza a Popy, a Elis Regina, a Jean Carlo y a Laura, y desea el mejor de los viajes a este amigo querido, excelente músico e impecable caballero en todas las circunstancias de la existencia.

Hace unos días, pensando las palabras que debía pronunciar como inauguración del Premio Casa de las Américas, cuando recordaba que en el próximo febrero se iba a cumplir medio siglo de que algunos trovadores de mi generación habían cantado por primera vez en aquella importante institución de la cultura Latinoamericana, recordaba que, aquel 19 de febrero de 1968, uno de los presentes concertantes fue Eduardo Ramos.
Yo había conocido a Eduardo un par de meses antes, porque habíamos coincidido en las actividades colaterales al Primer Festival de la Canción Popular, en el famoso balneario de Varadero. Recuerdo hasta la primera vez que hablamos, en los jardines del hotel Kawama, en cuyo cabaret nos habían asignado actuar. Eduardo por entonces era la segunda guitarra del importante grupo Sonorama 6, que dirigía Martín Rojas e integraban músicos que luego fueron de mucha trascendencia como Enrique Pla, Changuito, Carlos del Puerto, Carlos Averoff.
Eduardo ya escribía canciones con unas armonías muy particulares y llegó a desarrollar uno de esos estilos tan peculiares que son únicos. Sus temas me fascinaban, tenían unas atmósferas oscuras, con giros armónicos y melódicos inhabituales, y estoy seguro de que, en aquellos años en que yo me formaba, me sirvió de mucho la honestidad de un autor como él, para completar mi conciencia exigente respecto al arte de la canción.
Desde entonces fundamos una amistad invariable, basada siempre en goces y afinidades tanto estéticas como éticas. Recuerdo cuando vivía en el barrio de Pogolotti, con sus padres; recuerdo cuando nació cada uno de sus hijos. Vivimos años inolvidables en el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC –donde él quedaba como director cuando Leo Brouwer se ausentaba–. Para aquel grupo legendario Eduardo escribió páginas fundamentales y, como bajista, fue uno de los autores de su sonoridad. En aquella etapa me ayudó con varias orquestaciones y fue el productor de mi álbum Tríptico. Después viajamos juntos a muchos eventos musicales.
Eduardo fue elegido, por aclamación, el segundo dirigente que tuvo el Movimiento de la Nueva Trova, y en los años 90, cuando fundamos los estudios Abdala, fue de los primeros en acudir a echarnos una mano, siempre con la responsabilidad que le caracteriza.
Para mí, más que gusto, es honor presentar este disco de uno de los músicos que más quiero y respeto, por ser siempre intranquilo, por no achantarse, por estar siempre dispuesto a dar un paso más, como hacen los que eligen el arte como forma de vida y se hacen niños para siempre. Así es Eduardo Ramos, quien tiene residencia en el infinito parque de diversiones de la música.
Silvio Rodríguez Domínguez
La Habana, 8 de enero, 2018.

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