Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

jueves, 17 de mayo de 2012

Pedro Luis Ferrer en Miami... Pero quien toque a mi padre...

Me llegó hace unos días la entrevista que le hiciera Wilfredo Cancio en Miami a Pedro Luis Ferrer a razón de unas actuaciones allí de ese gran trovador nuestro. Una vez más la agudeza y profundidad de las razones de Pedro Luis provocan deleite espiritual y nos aportan un buen toque de amor a la libertad y coherencia. La he venido comentando a amigos y muchos me dicen “pásamela a mi correo”; tras el envía que te envía, a cuanto se enteraba, me cayó como la manzana de Newton en la cabeza la conciencia de bloguero y he descubierto la ley de replicar. Subiéndola aquí, simplifico el proceso y la pueden gozar los amigos que no están en el círculo estrecho de los que trato personalmente.
No sé por qué, tal vez capricho mío, o por una de esas libres asociaciones que hace uno,    mientras avanzaba por la entrevista, en mi mente rodaban los versos de una canción de Pedro Luis, que ya de paso me sirve para titular esta entrada...

Mi padre fue fidelista;
yo, no tanto como él.
Pero quien toque a mi padre
tiene que darme también.



Pedro Luis Ferrer: El inmovilismo ha puesto en riesgo a la nación cubana.

Por Wilfredo Cancio Isla

El cantautor Pedro Luis Ferrer está de vuelta en Miami. Casi que se trata de una visita de celebración, pues el próximo 17 de septiembre estará cumpliendo 60 años, más de 40 de ellos dedicados a crear y cultivar una obra musical tan prolífica y controversial como raigalmente cubana.
El creador de Romance de la niña mala, Mariposa, En espuma y arena y otras piezas antológicas del cancionero popular cubano contemporáneo ofrecerá este sábado un concierto en Miami que servirá para recorrer hitos y etapas de su espléndida trayectoria artística.
Pensador agudo y polemista incansable, Ferrer ha afincado su obra con un sentido de responsabilidad social y una búsqueda de lo popular sintonizada con los anhelos, la expresividad y el gracejo cubanos. No han faltado escollos, prohibiciones y censura en estos años difíciles en Cuba, pero el artista se las ha arreglado para imponerse y permanecer, de pie y en alta voz, con su música y sus razones.   
Ferrer accedió a dialogar con CaféFuerte sobre estos años de faenas difíciles y reclamos de futuro en Cuba.

Al filo de los 60 años, ¿qué canciones o momentos de tu carrera te dejan más satisfecho en un recuento artístico de cuatro décadas?

Mis canciones son un nutrido resguardo afectivo, porque todas han correspondido al sentimiento y pensamiento de cada momento que me ha tocado experimentar en carne propia. Independientemente de que quizás algunas han sido vencidas ya por el tiempo respecto a mi manera de pensar y sentir -lo cual es lógico. El haberlas escrito desde la convicción me llena de satisfacción, y -en todo caso- me sirven para comprender mi evolución espiritual.
El arte es complejo y sirve no sólo para satisfacer nuestras necesidades, sino para crearlas. Creo que de no haber compuesto algunas canciones, no habrían nacido otras posteriores. A veces una canción no muy eficiente es el preámbulo de una más lograda. No obstante, puedo referirme a Romance de la niña mala -un poema de mi tío Raúl, que aprendí en mi infancia y musicalicé a comienzo de los 70-; Ay, mariposa; Si no fuera por ti; Abuelo Paco; Inseminación Artificial; Como me gusta "hablal" español; En espuma y arena...

Vivir en Cuba
¿Cuál es la clave de tu sobrevivencia en Cuba, artística y social? ¿Por qué decidiste quedarte a trabajar allí a pesar de la censura y las dificultades que te impusieron desde los años 80?

Bueno, no sé por qué hay que hablar de sobrevivencia, como si se tratara de un asunto de vida o muerte. Al menos para mí no lo ha sido. Puedo hablarte sencillamente de mi vivencia. No comparto esa generalización superdramatizada que se ha hecho de todos los rincones de la vida cubana -sin negar que también por momentos el drama forma parte de nuestra realidad nacional; y sin omitir que hay personas que lamentablemente la pasan mal. Ahora bien: en cualquier parte del mundo los artistas deben luchar por su existencia personal y artística. En muchos lugares del planeta no existe el mínimo apoyo institucional para el arte. Y para nadie es un secreto que en Cuba hay excelentes escuelas de arte. Pocos músicos en el mundo cuentan siquiera con un modesto salario -a manera de seguridad social.
Conozco una infinidad de artistas del mundo que no pueden estudiar ni vivir de su vocación artística. Aquí mismo en Miami me he encontrado con actores y músicos que trabajan como dependientes en tiendas y cafeterías -lo cual no es denigrante ni cosa por el estilo- pues lo que ganan como músicos no les alcanza para vivir; y muy esporádicamente hacen la música que desean. Al menos es lo que ellos me cuentan. Tampoco eso quiere decir que Miami sea invivible o un suplicio para todos los músicos.
Por lo demás, jamás decidí quedarme a vivir en Cuba; pues nunca me he planteado la disyuntiva de irme de manera definitiva: sencillamente he vivido en Cuba como cosa natural, como lo hicieron mis abuelos y padres en el machadato y el batistato; como la inmensa mayoría del pueblo, unas veces mejor, otras peor. Entiendo que ir al mundo es algo necesario y debe ser un derecho de todos, sin tener que renunciar a la patria voluntariamente, y sin que te destierren. Lamentablemente, hoy por hoy debemos pedir permiso a las autoridades para salir y entrar en nuestra patria, algo que suponemos cambiará muy pronto.

Explícanos realmente cuándo comenzaste a ser marginado de la cultura oficial. Hay diferentes versiones, pero si no estoy equivocado tuvo que ver con un incidente tras tu defensa pública de Celia Cruz. Por entonces oí a Carlos Aldana decir en una reunión que no ibas a pasar de la Vaquita Pijirigua por mucho tiempo.

 ¿A qué cultura oficial te refieres, ¿a la del gobierno o a la de la nación cubana? Porque, a decir verdad, jamás me he dejado arrebatar el derecho a pertenecer y representar la cultura de mi país. Eso no puede hacerlo ningún decreto ni funcionario, sino yo mismo. Por el contrario, he trabajado más que nunca en estos años por y en la música del pueblo cubano. Por lo demás, jamás he ambicionado ser vocero oficial de los gobernantes. Me apasiona expresar lo que piensa y cree el pueblo trabajador. Respecto al funcionario que tú nombras, no es de mi agrado acusar a nadie en particular; sobre todo porque desconozco a fondo los hechos, me faltan muchos detalles que prefiero ignorar. Evito ser pendenciero. No olvidemos que la realidad cubana por momentos es bastante abigarrada. Comprendo que hubo políticas y decisiones desacertadas; que hubo un manojo de errores colectivos. 

Un asunto muy complejo
¿Has estado preso, detenido, con reclusión domiciliaria alguna vez en Cuba por tu posición de crítica política y social?
 
No. Jamás.

¿De qué figuras establecidas en la cultura oficial has tenido apoyo en tus momentos más difíciles? ¿A alguien quieres agradecer en particular? ¿Cuales son tus relaciones hoy con Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y otros del llamado Movimiento de la Nueva Trova?

En un cierto momento de dificultades político-administrativas tuve una breve y buena relación con el actor Sergio Corrieri, quien entonces era funcionario del Partido Comunista de Cuba (PCC). Su madre era muy amiga de mi padre. Mi relación con los trovadores que mencionas es  cordial, como la que sostengo con una infinidad de artistas que encuentro ocasionalmente en todas partes.

¿En qué se diferencia la Cuba de la crisis ideologica del socialismo de los 90 y la Cuba del siglo XXI en la que te sigues abriendo paso hoy?

Oh, hablar de Cuba en general es muy complejo para mí. Tengo excelentes amigos, historiadores, economistas, juristas que viven en La Habana, y que sí podrían responderte a plenitud una pregunta de tal envergadura. Considero importante un intercambio riguroso con estas personas cultas y bien informadas, porque a veces escucho cosas muy impresionistas y poco fundamentadas, o sencillamente fundamentadas desde una visión muy unilateral. Lo mismo a favor que en contra.

No obstante, debemos acordar que no sólo el socialismo ha tenido crisis ideológica. Al menos eso es lo que dicen muchos filósofos y economistas capitalistas de prestigio mundial. Nada se mantiene estático; ni nada se salva de la crisis. Si algo queda claro hoy es que casi todo se tambalea.

Problemas que tocaron fondo
El gobierno cubano dice que hay cambios estructurales que harán avanzar al país con mayor realismo. En realidad, ¿que está cambiando y que no ha cambiado? ¿Cuáles son tus reclamos fundamentales como ciudadano?

No sólo hay cambios estructurales; también hay una transformación espiritual de la sociedad. Hay problemas que tocaron fondo. Marx decía que la ley se agota en su cumplimiento. Considero que este es el factor fundamental que promueve dichos cambios, pues la sociedad no es un ente pasivo y estático. El inmovilismo gubernamental de todos estos años ha abierto grietas profundas en la espiritualidad de la sociedad cubana; muchos postulados han caído al suelo, fragmentados por la vida, la improductividad y la falta de estímulo a la iniciativa personal.
Pero es un error creer que el pueblo revolucionario de la isla sólo ha perdido valores -como suele afirmarse. Después de haber experimentado el derecho a la salud, la educación y la igualdad racial, es prácticamente imposible despojarlo del anhelo de justicia social y de bienestar colectivo. La sociedad tiene expectativas forjadas por el ideal socialista, independientemente de los errores y disparates que hayan cometido los gobernantes. Los cambios estructurales son una exigencia imperiosa de la vida nacional.  La imprudencia del inmovilismo ha puesto en riesgo no sólo el sistema, sino a la nación misma.
Como he dicho ya en algunas entrevistas que me  han hecho durante esta visita de intercambio cultural, en la isla subsiste la carencia de leyes que respalden la protesta pública. Y dudo sinceramente que en los años inmediatos próximos vaya a haberlas. Para ello habría que iniciarse un proceso complejo de transformación constitucional. Es decir, aún carecemos de leyes que den margen a la protesta pública, y que permitan concebir las protestas como algo inherente al Estado nacional y no como una herramienta enemiga para su derrocamiento. Ello no es probable si no cambia la política de muchos países respecto a Cuba, políticas que -dicho sea de paso- han justificado por mucho tiempo la falta de apertura. En situación de asedio no cabe esperar normalidad.

Entonces, tú crees que hace falta primero esa normalidad para propiciar la discrepancia política...

Desde luego que en un clima de sensatez general sería más probable lograr en Cuba un contrato social que permita encauzar legalmente la discrepancia política. Pero son muchos los factores que atentan contra ello. He conversado con gente en la isla que imagina que en los países de occidente las protestas públicas y las huelgas se llevan a cabo anárquicamente, sin ninguna clase de regulación. Por eso es bueno que la gente viaje y adquiera conocimientos de primera mano. Alguna gente en la isla se sorprende cuando les digo que las huelgas del transporte en España, por ejemplo, se llevan a cabo bajo ciertas regulaciones que obligan a garantizar ciertos servicios mínimos. Considero un error garrafal alimentar el anarquismo y la desobediencia social.
No obstante, percibo que ha crecido el ámbito de libertad dentro de las instituciones. He asistido a conferencias en la Universidad de La Habana, de historiadores, economistas, juristas, que exponen un juicio crítico muy profundo, honesto y científico, sin falsificaciones de ninguna índole y sin adulonerías al poder. Valoraciones equilibradas que no cometen la aberración de descalificar al 100 por ciento todo lo que acontece en la isla.
Lo que quedó atrás
Y en el sector artístico, ¿cómo se evidencia este proceso de cambio?

Idéntica apertura ocurre respecto a las canciones que cantamos hoy en nuestros conciertos: En los años noventa cada actuación mía culminaba con una discusión con funcionarios administrativos, políticos y policías, no obstante ser actuaciones organizadas por las instituciones culturales. Eso, por suerte, quedó atrás, al menos para quienes nos proyectamos con cierta autonomía dentro de un ámbito de respeto y moderación institucional, que no quiere decir claudicación y sometimiento.
Sigue habiendo en la isla artistas censurados y prohibidos, artistas que se proyectan con un discurso de ruptura y descalificación total, de protesta política pública radical, absolutamente al margen las moderaciones institucionales, para lo cual no cuentan con ningún respaldo legal. En resumen, hoy hay más libertad en el ámbito institucional (con restricciones); y continúa un fuego intenso a la protesta extra-institucional que es catalogada de disidencia.
Es bueno tener en cuenta que un planteamiento público irrespetuoso y desbocado hacia la Revolución puede causar una reacción social, pues una parte considerable de la  población -yo calculo que la amplia mayoría- respalda al gobierno revolucionario. Es obligación de cualquier Estado evitar este tipo de disturbio y exigir a todos moderación y cordura. Lo paradójico es que no siempre el poder en la isla ha colaborado consecuentemente con la armonía y la paz social, al permitir que un ciudadano considerado "desafecto" sea objeto de un mitin de repudio, propiciando así la cultura del aplastamiento y la intolerancia. Eso a la larga regresa como boomerang. Enraíza en la psiquis social y cristaliza como cultura de odio.
No es casual que  incluso en Miami se organicen hoy actos de repudio contra los comunistas y revolucionarios, como heraldos continuadores de la intolerancia  acontecida en la Embajada de Perú en La Habana. Quizás sea ese un reclamo fundamental como ciudadano cubano: lograr un Estado que exija respeto a la diversidad ciudadana.

Tú has estado en Miami en varias ocasiones. ¿Como ves el Miami actual en comparación con el Miami que visitaste en 1994?

Mucho más diverso en su composición político-ideológica. Más latinoamericano.

¿Si te pidiera aferrarte a un símbolo de cubanía, con cual te quedabas?

Con el mapa de la isla de Cuba, el caimán.

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