Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

lunes, 11 de junio de 2012

Memorias de un viaje a la cima de mi mundo

Foto: Fernando Medina
Van a cumplirse casi 10 años desde que emprendí esta aventura que hermana, y lleva una carga de cubanidad tan alta como el empeño que exige. En ese 2003 un grupo de creadores de diversas manifestaciones artísticas llegamos a esa cima, crecimos y nos ligamos de manera tal que nos atamos como a un pacto de sangre. No nos hace falta vernos; dondequiera que estemos, una señal lanzada de uno hacia el otro es abrazada de inmediato, como si nos hubiésemos separado minutos antes. Nos pusimos La Columna Infinita, y funciona el nombre como una contraseña. Llevé un diario que cierra mi libro “Confesiones” y que un buen día “colgaré” a este rinconcito del espacio. Subir el Turquino, en el corazón de la Sierra Maestra, es entrar a la historia, es un gesto de amor, y es probar el espíritu. Creo que todo joven debe proponérselo, por eso me alegra tanto publicar un nuevo diario, el de una entrañable amiga, estudiante de periodismo (que ya empieza a dar luces de narradora). No sin cierta sabrosilla envidia…  
 El Diablo Ilustrado



Memorias de un viaje a la cima de mi mundo

Por: Paola Cabrera Rodríguez.

Febrero 7, martes
Hubo que ubicar los maletines debajo de los asientos, las precauciones nunca están de más cuando se viaja en un tren hacia Santiago de Cuba, sobre todo si se hace de noche.
Yo, que nunca había ido más lejos que la Ciénaga de Zapata, estaba un poco espantada, un poco y quiero decir bastante, que cada vez eran más las estrellas y los marabúes,  pero había estado tres años y dos meses (desde que hice las pruebas de aptitud para ingresar a la carrera de Periodismo) esperando la llegada de ese día y no me iba a dejar asustar por unas cuantas luces fluorescentes de menos.
¿Cómo fue? no sé decirlo, pero logré dormir un rato, a veces la inseguridad y la incomodidad me hacían  abrir los ojos y veía que todo estaba en orden, siempre hubo alguno de nosotros -de los que habíamos monopolizado el vagón, de los de la Facultad de Comunicación, que hacíamos que los demás pasajeros nos miraran como si fuéramos de otro país y habláramos un idioma indescifrable- que rondó vigilando 

Febrero 8, miércoles
Foto: Sandra Cruz
El amanecer fue la mejor noticia, al menos ahora se podía ver cuál era el verde de lo que veíamos. ¡Casas! Ahora sí vale la pena levantarse, bueno, abrir los ojos y sentarse en el asientico del tren,  porque el único lugar por el que se podía caminar era un pasillito que solo conducía al baño… el baño… no quiero volver a entrar a ese lugar.
Llegamos a la provincia infinita, no sé cuánto tiempo pasó desde la primera y la última vez que pregunté ¿dónde estamos? Y la respuesta fue: Camagüey… Pero… ¡¿qué hace un tren marcha atrás?! ¡Para eso sí que no estaba preparada! Cuando el buey de hierro (como lo llamaban en un muñequito de mi infancia) se cansó de ir como los cangrejos, paró en la terminal, y, a pesar de mis profecías, la espera sirvió para algo positivo: rellenamos los pomos de agua y nos lavamos un poco, ¡llegué a pensar que estaba limpia!
Lo más gracioso sucedió un rato después, cuando Abel y yo nos antojamos de comprar un refresco a los vendedores que nos tocaban, los del tren, los legales, los que no corrían cuando aparecía “el mono” de azul, los que no tenían cambio y en lugar de devolver dos pesos nos dieron un pan y cuando les dijimos que no, que no queríamos pan, nos miraron y uno de ellos nos espetó con desdén pasmoso: “YA YO NO TENGO MÁS NADA QUE VER CON ESE PAN”, como si estuviéramos renunciando a algo reclamado desde hacía milenios y que ahora rehusáramos; todavía lo recuerdo y no puedo controlar una carcajada, me pregunto cómo hicimos en ese momento para replicarle a ese señor con la cara más seria que pudimos que no nos apetecía un pan con queso y que tendría que devolvernos el dinero.
…Hay un punto en el camino en que uno ya no se sabe entretener, en que los juegos de cartas  dejan de llamar la atención, en que los libros que se llevan para por si te aburres te aburren más y que te duelen los dedos de tanto arrancarle melodía a las cuerdas de una guitarra; si en ese momento el cansancio le hubiera ganado la pelea a la vigilia, no me hubiese batido con el pensamiento que afloró ante tanta pobreza, tanta humildad sin elección que se divisaba desde la ventana: “tienen  paneles solares, y esa casuchita un poco más grande es la escuela, que de seguro tiene un televisor y una computadora, nadie los ha abandonado”, pero quién convencía a esas lágrimas que ya corrían por mis mejillas…
Por suerte Abel estaba allí, me dijo todo lo que pudo para consolarme y, aunque consiguió traer la calma, no le creí cuando habló de la felicidad de quienes viven tan apartados de la ciudad y la abundancia, ojalá llegue a convencerme algún día. 
Foto: Abel Díaz
Febrero 9, jueves
Qué bueno que no nos fuimos con el grupo que subió ese día, habíamos llegado a la base de campismo cerca de las 12 de la noche y nos acostamos a las dos de la mañana, para salir en la expedición hay que levantarse a las cuatro de la madrugada, y a nosotros el cansancio nos llegaba a los huesos.
El río del campismo es transparente, también hay un cementerio, no lo descubrí hasta la mañana, porque la noche anterior, cuando llegamos, en lo que buscábamos el baño con la única luz de la linterna, Abel tomó el camino equivocado y regresó rapidísimo diciendo: “Vamo´ vamo´ que eso es un cementerio”, en ese momento creí que sería alguna broma que no entendí, pero no, no era ningún sarcasmo, ¡en medio del campismo había un cementerio!
 …Y una playa… aunque nadie se baña en ella… hace unos años un muchacho se ahogó… algún problema con la corriente…
Era el cumpleaños de mi hermana y no me iba a perdonar la falta de una llamada aunque por esos lares no hubiera cobertura, por eso en la tarde fuimos  al pueblo más cercano, que estaba a 5 kilómetros. En ese lugar solo había un teléfono: “la pública”, ¡y había un estadio de pelota!, no sé qué pensarán los demás, pero a Abel y a mí nos sorprendió ver a tanta gente practicando deportes –lo mismo fútbol que baloncesto que voleibol- en la falda de la Sierra Maestra.
Foto: Abel Díaz
Febrero 10, viernes 
Seis y cuarto de la mañana y ya empezamos a subir, no creí que pudiera lograrlo pero le dije a Abel que no se preocupara, que yo aguantaba, ojalá me creyera. Creo que no lo hizo porque enseguida me miró y le dije todo:
-¡No puedo niño, yo no voy a llegar a allá arriba!, ¿tú no ves que no vamos por 500 metros y ya quiero virar?
Pero su mirada me da ánimo y le digo que resisto, esa vez de verdad.
Desayunamos en un rancho que hay poco después de haber llegado al kilómetro tres, dicen que ese es el tramo más difícil, el primero, y yo no sé si es cierto, pero de que es difícil no tengo dudas: hay que aprenderse el ritmo de la respiración, y hay que convencer al cuerpo para que aguante tres veces lo que ha caminado aunque el cansancio se acumule.
Las marcas de los kilómetros recorridos en la subida al Turquino son una mentira, los carteles están ahí, y uno quiere confiar en ellos, pero ¡a mí no hay quién me convenza de que el dichoso cartelito ese que dice 7km está bien ubicado!, ¡debería decir 8! Yo estaba tan cansada… y cuando me quedaba parada me temblaban las piernas, así  que es mejor seguir,  aunque los carteles vuelvan loco a cualquiera.
Foto: Abel Díaz
El Pico Cuba! Dicen que si se llega aquí antes de las doce se puede llegar a la cima, y nosotros habíamosllegado como a las 11, me senté un rato, me lo merecía ¿no? Pues parece que no porque no hacían 20 segundos que estaba sentada cuando Abel me levantó con la excusa de una foto y ya no me dejó sentarme más: que si se me enfriaban los músculos, que si era una flojita… en fin, que no pude disfrutar sentada lo que se sentía estar literalmente entre las nubes. 
Estaba guiando el paso  porque el mío era uno de los más lentos -aunque eso sí, constante- y me quedaría atrás. Pero no estaba sirviendo de mucho, ya me estaba poniendo pesimista: ¿esta loma no se acaba nunca?, ¿por cuánto tiempo más voy a estar alzando los pies?... ¿Será?... ¡sí, ese es el busto de Martí!, ¿y por que está de espaldas? ¡¡Llegamos!! ¡No puedo creerlo!
La satisfacción que se siente cuando se llega al punto más alto de Cuba es difícilmente descriptible, sobre todo porque eso significa que no vas a tener que escalar más, pero estuvimos muy poco tiempo, solo pudimos comer algo y enviar un mensaje triunfante: “¡estamos en el picooooooooooo!”.


Esa vez los santos no ayudaron a bajar, supongo que ofendimos a los dioses con la osadía de pretender llegar al cielo y el castigo no se hizo esperar: tremendo aguacero, no era suficiente con que para bajar fuera necesario usar constantemente el palo del que nos habíamos auxiliado en la subida, ahora, además, el suelo estaba resbaladizo.

Debo confesar que cuando me faltaban 4 km para llegar dije que no bajaba más, y me paré en medio del camino, y a esa hora a Abel se le ocurrió que si caminaba de espaldas no tendría que usar los mismos músculos que ya no daban para más y así podría llegar… desde ese momento no hubo quién pasara por nuestro lado sin preguntarnos si estábamos locos, y yo que sí, ¡que estamos locos por llegar!, ¡que yo no entiendo como los rebeldes luchaban en la Sierra!, ¡si esto es difícil yo no me imagino cómo era con los casquitos cayéndote atrás!, en fin… que aquello no tenía para cuando acabar.


Hoy no sé dónde fui más feliz, si en el sabor a libertad que se respira en lo más alto de Cuba o en el la inmensa satisfacción de haberle ganado de una vez la pelea a aquella loma…

Hubo una parte de mí que se decepcionó, esperaba encontrar grandes paisajes, tal vez que el Maestro nos recibiera con su mirada; pero ahora comprendo todo lo que Él me quiso decir: allí, en la cima de mi mundo, voy a encontrar a quien con su hacer sea capaz de llegar.

5 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho. Aunque la sensación sea indescriptible logra transmitir su emoción en cada uno de los pasos para conquistar finalmente la cima que ha ido a buscar, sensación semejante e indescriptible al alcanzar las metas que nos trazamos en este largo camino que es la vida.

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  2. Gracias por inmortalizar aquellos dias a la altura que fueron vividos.

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  3. Paola, lo que me provocaste leyéndote no se si lo pueda comentar pero lo quiero tanto…Me has sacado muchas lágrimas, lágrimas de emoción, lágrimas de nostalgias, lágrimas de orgullo.

    Linda la aventura que viviste, te envidio (esa es una que debíamos vivir todos los cubano) ese sentimiento ya lo había sentido cuando leí “Confesiones” y el Ilustrado, tan bien, “también” la describía. Yo aunque no la hice físicamente (a estas alturas ya se que no podré, a las alturas de algunos añitos que van pesando, pesando para llegar hasta aquellas alturas) siento que fui con ustedes en las dos ocasiones todo el tiempo.

    ¿Viste cuanta razón tenía el maestro cuando dijo que subir lomas hermana hombres? Estoy segura que algunos amigos adquiriste mientras vivías tal episodio y ahora mira cuan cercanos están EDI y tú. Yo, que escalé ya dos veces, espiritualmente, también lo experimento.

    La primera ves que lo hice me divertí muchísimo subiendo junto a él, me rezagué a su lado, lamenté también el asunto de los cigarrillos y el jadeo en la respiración, gocé de la sima en aquella ocasión y hasta creo verme en alguna foto, pero ahora, cuidé de los maletines en el tren, procuré un enorme Sol en los amaneceres, pinté con los más lindos colores el paisaje, velé porque los alimentos ingeridos fueran los de mejor estado y las aguas que bebieran las más salubres. Que las playas lucieran sus más lindas olas y que su espuma fuera muy blanca, que las caracolas y las piedras las más hermosas y que alumbraran sus noches las más brillantes estrellas. Ah, y hasta la lluvia para refrescarles y para que pudieran medir aun en medio de ella sus fortalezas les procuré. Les encomendé a ti y a tu Abel a la mejor de las compañías… ¿No lo sabías? Te lo confieso ahora.

    ¡Es tremendamente grato saber cuanto lo disfrutaste, como lo viviste!

    ¡Es admirable tú relato… y tú también, niña!

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  4. ¿De veras lo crees así?, entonces el intento no fue en vano :)

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  5. Soledad: Me resulta difícil creer que realmente seas ella cuando lo que me transmites es todo lo contrario, gracias por haber sido mi compañía en estas travesías, nunca dejes de serlo.

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