Acabo de soñar —casi al despertarme— que formaba parte de un pelotón de fusilamiento. Por suerte abrí los ojos antes de tener que ejecutar (creía yo). El sueño muy raro; estábamos como en una guagua-jaula; adentro iba también el condenado, al cual no llegué a ver —tengo la impresión que no me interesaba identificarlo. El alba se esbozaba y veníamos como saliendo por la carreterita del Morro, que bordea la Playa del Chivo hacia La Habana. Miraba el mar y comencé a cantar “Leyenda” de Silvio Rodríguez:
Al amanecer,
algunos ojos ya eran de la oscuridad
y huyeron hacia las tinieblas del ayer
con un puñado de semillas por sembrar,algunos ojos ya eran de la oscuridad
y huyeron hacia las tinieblas del ayer
con un puñado de promesas por crecer
y amar.