Fidel es un país

Fidel es un país
____________Juan Gelman

sábado, 18 de febrero de 2012

Ayer y hoy en blanco y negro

Primer concierto visto por El Plátano
Un día como hoy, 18 de febrero, en 1968, la sala Che Guevara de Casa de las Américas fue escenario del primer concierto de la Nueva Trova Cubana. Tres muchachos, flacuchos, con guitarras,  Silvio Rodríguez y Noel Nicola, con 21 años y Pablo Milanés con 24, subían a escena a lanzar al viento sus primeras creaciones, pocas por entonces; tan pocas que no les alcanzaron ante un público ávido que pedía otra y otra. Ante la insistencia uno de ellos confesó algo así como “no tenemos más, se nos agotó el repertorio, si quieren las cantamos de nuevo o invitamos a trovadores amigos que están en el público. Subieron entonces Vicente Feliú, Eduardo Ramos y Martin Rojas y redondearon aquel nacimiento. No solo nació esta rama de la trova eterna que viene desde mediados del siglo XIX forjando el espíritu de la nación, también ese 18 de febrero de 1968 surgió una figura hermanada al trovador, la del fotógrafo trovadicto, cuando El Plátano apretó el obturador de su cámara dejando eterna constancia de aquel momento.
En la noche de ayer realizamos el Concierto Presentación del libro “Trovadores de la Herejía” un homenaje que con el sello de la Casa Editora Abril, Bladimir Zamora y Fidel Díaz hacen a cuatro grandes trovadores de la generación siguiente a aquella: Gerardo Alfonso, Frank Delgado, Carlos Varela y Santiago Feliú. Quiso el azar que fuese en la víspera de aquel concierto germinal encabezado por Silvio, Pablo y Noel, y que Varela y Gerardo le pusieran el alma a una sala repleta delirante; también en la calle siguiendo el concierto desde un gran pantalla otros muchos jóvenes cantaron sus versos comprometidos.
Gerardo y Varela  Por Iván Soca
Este 17 de febrero de 2012, 44 años después, en la misma sala de Casa de las Américas, otros nuevos Plátanos, apresaron con sus lentes a los espíritus soñadores de hoy, conjurando amores al embrujo de sus guitarras. Uno de esos fotógrafos que, a pesar de su juventud, ya ha hecho historia con su visión de nuestros cantores, Iván Soca, me acaba de pasar un texto, sus fotos y la que El Plátano dejó como testimonio de aquel primer día.    

En blanco y negro
A la memoria de Luis Hernandez  “El Plátano”

Febrero 17 de 2012: Esta de hoy fue una noche necesaria, para nada “común”, llena de magia, ángeles y luces, como bien vaticino Carlitos Varela junto a Gerardo Alfonso mientras regalaban uno de los más memorables conciertos de estos últimos años en la Sala Guevara de La Casa de las Américas. Esta de hoy fue una noche necesaria, lo digo otra vez, porque en presentación del libro “Trovadores de la herejía” de Fidel Diaz y Bladimir Zamora se rememoro aquel concierto de febrero 18 de 1968 donde Silvio, Pablo y Noel marcaron el inicio de lo que sería la Nueva Trova cubana. Hay una fotografía de esa noche que tomara un hermano al que quiero regalar todas mis instantáneas de hoy porque, de alguna manera, en una canción, en un espíritu, tal vez en el viento, estaba “El Plátano”.
En algún instante concentrado apareció a mis espaldas, como si le esperara, como lo hacía “El plátano”, mi hermano Kaloian y me hizo un gesto que me recordó a aquel que “en su bolso viejo se llevaba la historia de cada función”…
A la memoria de Luis Hernandez, estas instantáneas de hoy “en blanco y negro”…
Un abrazo, Iván Soca
Gerardo y Varela  Por Iván Soca

En blanco y negro  

Autor: Carlos Varela
Versión cantada junto a Amaury
 Pérez en su disco del 2001 "Muy
 personal. 30 años de canciones". 

                                                       A Luis “El Plátano”

En un bolso viejo
se lleva la historia de cada función.
No fue lo que quiso, echado en el piso
se le puede ver, sus zapatos rotos,
tirándonos fotos que nunca se ven.

Fue de los primeros
que usó el pelo largo sin saber por qué,
y, aunque vaya sucio, no tienen derecho
de mirarlo lejos de sus sentimientos,
la gente se burla de su corazón.

Somos en blanco y negro para él,
así nos va atrapando en su papel
y aunque todos se olviden de su sed,
él, sin embargo, nos va colgando en su pared.

Piensan que está loco
porque siempre lleva la ropa de ayer,
se lo gasta todo, con su catalejo,
navegando calles, caminando espejos,
buscando la suerte de algún trovador.
La suerte que él no tuvo
la guardó... en su bolso viejo.

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