Del dedo a la cuerda
la cuerda hacia el canto
del canto hasta el verso
del verso a los sueños
los sueños, el verso y el canto, reflejos de la realidad,
la vida, la muerte, solares, museos, hoteles, burdeles,
todo por cantar.
Le habría bastado una canción, “Sábanas blancas”, para figurar en la más selecta antología de la canción cubana de todos los tiempos; le habría bastado otra “Son los sueños todavía”, para, además, integrar el listado de las más resonantes piezas de la llamada Nueva Canción Latinoamericana (un fenómeno que viene desde mediados de los 60 y llega a la actualidad, con mayor fuerza en estos días, aunque no se echa a ver mediáticamente y el término pueda resultar un arcaísmo –o futurismo). Le bastaría igualmente esgrimir títulos como “Eres nada”, “Amiga mía”, “Quisiera”, y “Giovanna”, para estar entre los más poéticos hacedores de canciones de amor de nuestra Isla (lo cual no es poco decir). Suficiente que sacara a relucir (aparte de los citados) “Paranoico”, “Aquí cualquier tiene”, “Espiritual” y “Yo te quería María”, para poder afirmar rotundamente que desde inicios de los 80 viene marcando épocas en la memoria popular. La habría bastado sacar balance y sentarse cómodamente a vivir de su obra, pero para bien de su espíritu, y suerte nuestra, Gerardo Alfonso tiene siempre “todo por cantar”.