En la peña Canción al Centro de Carlo Fidel Taboada se presentará el CD Los amores del Diablo Ilustrado y la revista El Caimán Barbudo este viernes 16 de noviembre a las 8.30 pm en el Palacio de Junco.
El encuentro con el trovador Carlo Fidel tendrá como invitados a los poetas Yenys Laura Prieto y Hugo Odelin Santana. De manera que Yenys es del piquete del Caimán Barbudo, presentará la revista con su director Fidelito Díaz, quien a su vez presentará el CD Los amores del Diablo Ilustrado con el productor del disco Enrique Carballea.
El encuentro con el trovador Carlo Fidel tendrá como invitados a los poetas Yenys Laura Prieto y Hugo Odelin Santana. De manera que Yenys es del piquete del Caimán Barbudo, presentará la revista con su director Fidelito Díaz, quien a su vez presentará el CD Los amores del Diablo Ilustrado con el productor del disco Enrique Carballea.
Viernes 16 de noviembre 8.30 pm
Museo Palacio de Junco Calle Magdalena y Milanés
ciudad de Matanzas
Museo Palacio de Junco Calle Magdalena y Milanés
ciudad de Matanzas
Un trovador de resistencia
Carlo Fidel Taboada regala sus textos y melodías en museos, teatros y escuelas de su natal ciudad, ya sea de forma espontánea o en respuesta al llamado de quienes lo conocen, sin aspirar a otra remuneración que los aplausos
Por: Yenli Lemus Domínguez (Especial de la ACN para Somos Jóvenes)
En las noches de apagón, durante la década del 90 del pasado siglo, cuando su madre interpretaba algunas canciones con la guitarra, aparecen las primeras invitaciones del destino al niño Carlo Fidel Taboada Petersson para transitar los senderos de la trova cubana.
Nativo de la barriada de Los Mangos, una de las zonas más altas de la ciudad de Matanzas, ubicada a unos cien kilómetros al este de La Habana, apostó por una carrera en el juego ciencia durante sus primeros años académicos; pero los enroques de la vida lo llevaron a interesarse por la guitarra.
“No puedo decir a qué edad comencé a jugar ajedrez, no lo recuerdo por lo joven que era. Desde niño acudía a la Sala José Raúl Capablanca, ubicada en la céntrica Calle del Medio en la urbe de ríos y puentes, y allí había un custodio que se sabía muchas canciones y poseía un nivel técnico que me impresionó”.
El hijo de los matemáticos Maritza y Carlos asegura que en octavo grado sintió la necesidad de dominar las seis cuerdas, y de forma autodidacta aprendió los acordes del instrumento que por excelencia distingue a los trovadores.
“Comencé tocando las canciones que ponían por el televisor, hasta que se me hizo necesario algo más, y descubrí primero a Silvio Rodríguez y después a otros, pero creo que siempre es Silvio el que marca el camino”.
El ingeniero civil, graduado en la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos, afirma que su actual profesión no tiene nada en común con la trova, pero en realidad, el meticuloso sentido de la proyección y la técnica también lo imprime en la creación de sus canciones.
“Los primeros intentos de composición fueron en onceno o duodécimo grados, y la pieza terminada inicialmente fue Giselle, que todavía la canto y es la única que sobrevivió a esa época, porque después vinieron otras que la vida suprimió del repertorio.
“Yo estudio para hacer lo que hago, siempre la expectativa es que cada actuación salga lo mejor posible. Soy muy riguroso con la interpretación y la afinación. No me gusta sentir que una obra se parece a otra, porque si uno es sincero, siempre habrá algo que lo distinga en sus canciones; mas no me gusta sentir que trabajo sobre el mismo motivo musical y poético, entonces me siento a esperar con la guitarra en la mano a que llegue algo nuevo.
Creo que los compositores tienen etapas creativas asociadas a lo que escuchan, lo que viven, y en ese tiempo los temas que nacen son muy similares. Por eso mientras unos conciben diez, yo hago cuatro”.
Trabajo le cuesta definir al joven autor, de veinticinco años de edad, cuántas canciones ha escrito, porque no las compone para contarlas o archivarlas, sino para que las escuchen.
“Los temas afloran del día a día, de donde mismo los encuentran los otros trovadores, de lo que les sucede a los demás y de lo que vivo. Solo pretendo que las personas oigan lo que propongo, no espero nada más a cambio”.
Carlo Fidel Taboada regala sus textos y melodías en museos, teatros y escuelas de su natal ciudad, ya sea de forma espontánea o en respuesta al llamado de quienes lo conocen, sin aspirar a otra remuneración que los aplausos.
En verdad, no son pocos los que solicitan su canto y muchas veces aporta de su bolsillo para utilizar un audio de calidad, aunque forma parte del catálogo de profesionales de la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos Rafael Somavilla.
Con el fin de socializar su quehacer, Taboada Petersson creó Canción sin nombre, peña que convida a los amantes de la música inteligente para departir y reflexionar desde el arte.
Fidel Díaz Castro, cantautor y director de la revista Caimán Barbudo; la argentina folclorista Adriana Martínez y el trovador Leonardo García, así como también otros de casa como Rey Montalvo y Aliesky Pérez, se incluyen entre los invitados que acudieron ya a la cita, que sesiona el último jueves de cada mes, a las nueve de la noche, en el museo Palacio de Junco.
“Es importante relacionarse con gente que hace lo mismo que uno, y de los cuales se aprende. Por eso mi mayor aspiración con la peña en este momento es mantenerla, porque, parecerá mínimo, pero es muy difícil por la falta de recursos y las debilidades de los mecanismos de promoción”.
Un antecedente de ese espacio lo constituye la peña DesConcierto, cita que sostuvo Carlo Fidel con el también trovador Miriel Santana desde el año 2009 hasta 2011.
“Entonces no pertenecíamos a la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y sus miembros nos apoyaban con el audio, pero en realidad me fue muy difícil acercarme a la organización, porque procedo de una familia sin antecedentes de incursión profesional en la música.
“Creo que hay muchas personas con inclinaciones artísticas y la AHS no va a ellas. Es uno el que se acerca y a veces no tiene las herramientas para eso, porque no conoce el sistema; para bien, tras el más reciente Congreso, veo algunos intentos de aproximación a los noveles artistas”.
Nativo de la barriada de Los Mangos, una de las zonas más altas de la ciudad de Matanzas, ubicada a unos cien kilómetros al este de La Habana, apostó por una carrera en el juego ciencia durante sus primeros años académicos; pero los enroques de la vida lo llevaron a interesarse por la guitarra.
“No puedo decir a qué edad comencé a jugar ajedrez, no lo recuerdo por lo joven que era. Desde niño acudía a la Sala José Raúl Capablanca, ubicada en la céntrica Calle del Medio en la urbe de ríos y puentes, y allí había un custodio que se sabía muchas canciones y poseía un nivel técnico que me impresionó”.
El hijo de los matemáticos Maritza y Carlos asegura que en octavo grado sintió la necesidad de dominar las seis cuerdas, y de forma autodidacta aprendió los acordes del instrumento que por excelencia distingue a los trovadores.
“Comencé tocando las canciones que ponían por el televisor, hasta que se me hizo necesario algo más, y descubrí primero a Silvio Rodríguez y después a otros, pero creo que siempre es Silvio el que marca el camino”.
El ingeniero civil, graduado en la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos, afirma que su actual profesión no tiene nada en común con la trova, pero en realidad, el meticuloso sentido de la proyección y la técnica también lo imprime en la creación de sus canciones.
“Los primeros intentos de composición fueron en onceno o duodécimo grados, y la pieza terminada inicialmente fue Giselle, que todavía la canto y es la única que sobrevivió a esa época, porque después vinieron otras que la vida suprimió del repertorio.
“Yo estudio para hacer lo que hago, siempre la expectativa es que cada actuación salga lo mejor posible. Soy muy riguroso con la interpretación y la afinación. No me gusta sentir que una obra se parece a otra, porque si uno es sincero, siempre habrá algo que lo distinga en sus canciones; mas no me gusta sentir que trabajo sobre el mismo motivo musical y poético, entonces me siento a esperar con la guitarra en la mano a que llegue algo nuevo.
Creo que los compositores tienen etapas creativas asociadas a lo que escuchan, lo que viven, y en ese tiempo los temas que nacen son muy similares. Por eso mientras unos conciben diez, yo hago cuatro”.
Trabajo le cuesta definir al joven autor, de veinticinco años de edad, cuántas canciones ha escrito, porque no las compone para contarlas o archivarlas, sino para que las escuchen.
“Los temas afloran del día a día, de donde mismo los encuentran los otros trovadores, de lo que les sucede a los demás y de lo que vivo. Solo pretendo que las personas oigan lo que propongo, no espero nada más a cambio”.
Carlo Fidel Taboada regala sus textos y melodías en museos, teatros y escuelas de su natal ciudad, ya sea de forma espontánea o en respuesta al llamado de quienes lo conocen, sin aspirar a otra remuneración que los aplausos.
En verdad, no son pocos los que solicitan su canto y muchas veces aporta de su bolsillo para utilizar un audio de calidad, aunque forma parte del catálogo de profesionales de la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos Rafael Somavilla.
Con el fin de socializar su quehacer, Taboada Petersson creó Canción sin nombre, peña que convida a los amantes de la música inteligente para departir y reflexionar desde el arte.
Fidel Díaz Castro, cantautor y director de la revista Caimán Barbudo; la argentina folclorista Adriana Martínez y el trovador Leonardo García, así como también otros de casa como Rey Montalvo y Aliesky Pérez, se incluyen entre los invitados que acudieron ya a la cita, que sesiona el último jueves de cada mes, a las nueve de la noche, en el museo Palacio de Junco.
“Es importante relacionarse con gente que hace lo mismo que uno, y de los cuales se aprende. Por eso mi mayor aspiración con la peña en este momento es mantenerla, porque, parecerá mínimo, pero es muy difícil por la falta de recursos y las debilidades de los mecanismos de promoción”.
Un antecedente de ese espacio lo constituye la peña DesConcierto, cita que sostuvo Carlo Fidel con el también trovador Miriel Santana desde el año 2009 hasta 2011.
“Entonces no pertenecíamos a la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y sus miembros nos apoyaban con el audio, pero en realidad me fue muy difícil acercarme a la organización, porque procedo de una familia sin antecedentes de incursión profesional en la música.
“Creo que hay muchas personas con inclinaciones artísticas y la AHS no va a ellas. Es uno el que se acerca y a veces no tiene las herramientas para eso, porque no conoce el sistema; para bien, tras el más reciente Congreso, veo algunos intentos de aproximación a los noveles artistas”.
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