Lennon graba Revolution number 1 |
pero, ya sabes,
todos deseamos cambiar el mundo.
John Lennon
El 30 de mayo de 1968, sobre las 14.30 horas Los Beatles comenzaron a grabar “Revolution No 1” en los estudios de EMI en Abbey Road, Londres. Cincuenta años después, el 5 de enero de 2018, sobre la misma hora (2.30 pm), Yaima Orozco y Roly Berrío comenzaron a grabar “Revolutión No 2” en los estudios Scorpio en La Habana. (Lo de alacranes y escarabajos no vamos a incluirlo en la cabalística).
Dicen que fue una ex-tensa sesión (la de los Beatles), que duró cerca de 12 horas (hasta las 2.30 am del 31 de mayo) en la que se grabaron unas 18 tomas (el aproximado va en que no hay tomas 11 ni 12).
El ambiente estuvo bien caldeado, Los Beatles habían llegado a un estado crítico; en los vertiginosos años de creación (apenas, por entonces, poco más de un lustro) se habían perfilado sus personalidades, incubando sus destinos particulares, envueltos en una desbocada fama, que rebasaba lo nunca visto, -lo cual lleva implícito un potente virus destructor-, y que los obligaba a vivir prácticamente ocultos, vigilados en todo momento por el público y los fanáticos; una pesadilla con no poco de esquizofrenia. Un peso extra fue en ese instante el ejército de negociantes abejeando a su alrededor, a partir de la reciente muerte (en agosto de 1967), de su manager Brian Epstein.
A todo esto sumemos que la llegada a Yoko Ono -una auténtica artista plástica, bien conceptual-, conectaba a John con el mundo real, con el auténtico sentido del arte fuera de la maquinaria comercial; de ahí que con Revolution no solo iniciaban un nuevo disco, con ella los Beatles grababan su primera canción explícitamente política:
You say you want a revolution
Well, you know
We all want to change the world
Well, you know
We all want to change the world
Según el propio Lennon: “Entre los Beatles había una gran tensión. Hice la versión lenta (Revolution 1) y quería que fuera un single, como declaración de la actitud de los Beatles ante Vietnam y ante la revolución… George y Paul estaban resentidos y dijeron que no era lo bastante rápida.” –Revista Playboy (1980).
Así comenzó a grabarse el álbum “The Beatles”, que ha trascendido como el “White Album” (para mi gusto el más creativo, poético y enigmático de los muchachones de Liverpool). El que dejó “en blanco” a los Beatles fue Richard Hamilton, al que han apodado “padre del pop art”, quien tras darle algunas vueltas al diseño decidió que la carátula del disco sería rigurosamente blanca y 10 letras a relieve: The Beatles (por cierto, hay que fijarse bien para verlo; tan es así que en las reediciones han fileteado en gris el título). Algunos, restándole importancia a la ocurrencia de Hamilton, han simplificado el concepto de portada con la explicación de que el grupo no estaba como para fotos por sus conflictos internos.
Me dices que es evolución,
pero… sabes,
todos deseamos cambiar el mundo.
pero… sabes,
todos deseamos cambiar el mundo.
Será por esa herejía eterna que lanza a las buenas almas en busca de un sueño, (con todos y para el bien de todos), que han pasado 50 años y el arte no se fue con Los Beatles; va remoliéndose en el tiempo; por eso están Rolando (Roly, claro) Berrio y Yaima Orozco, comenzando una nueva Revolution –la number 2:
Cuando Juan fue de Judith
y ella revolution number one
con dear Prudence fueron a jugar
al oleaje humano por amor y paz;
y ella revolution number one
con dear Prudence fueron a jugar
al oleaje humano por amor y paz;
Los Beatles habían llegado de La India; Yaima y Roly de la Argentina, con breve escala en su Santa Clara vital.
Les había enviado primero un mensaje diciéndoles sencillamente que había un nuevo disco del Diablo Ilustrado, y quería contar con ellos. -¡Siiii! Apareció en mi móvil de inmediato.
Roly Berrio graba Revolutión number 2 |
-“¿Quién es para ti la otra mitad?”- me soltó Roly entrando al estudio de grabaciones a calentar la voz, sin sacar la vista del texto que traía copiado en una libreta.
La otra mitad, el otro lado de la vida que es la pareja, el otro lado del punto social en que uno está, la cultura diferente que descartamos por ignorar que la riqueza de la vida es beber de lo diverso; ¿Cómo vivirá la otra mitad? es la pregunta cardinal de este tiempo, (de todos los tiempos): la sed del otro que nos quieren borrar. Los grandes medios, por sus omnipresentes vías, nos inyectan el veneno egocéntrico, el ignorar, despreciar, marginar todo lo que no sea yo.
Claro que, en ese momento le di a Roly solo unas plecas, más que suficientes para su espíritu dador.
En Glass Onion (Cebolla de Cristal), que es otra de sus canciones del White Album, Lennon hace un juego de enigmáticos versos en los que cita varias canciones de los Beatles, y lanza acertijos; se dice que como burla a los críticos musicales y los fanes que emprendían tras cada frase de ellos insospechadas elucubraciones. Así que en medio de su gran broma-canción soltó la inquietud que lo ponía a escudriñarse en el espejo: ¿Quién responde a ese rostro que me interpela? ¿Qué hago? ¿Quién soy?; Abofeteado por el grado de enajenación de la realidad al que habían llegado, el espejo lo despertaba esta vez hacia la pesadilla en que estaba sumergido:
Ya te hablé de los campos de fresas,
ya sabes, el lugar donde nada es real.
Pues aquí tienes otro lugar al que puedes ir,
donde todo fluye
mirando a través de los tulipanes inclinados,
para ver cómo vive la otra mitad
mirando a través de una cebolla de cristal.
ya sabes, el lugar donde nada es real.
Pues aquí tienes otro lugar al que puedes ir,
donde todo fluye
mirando a través de los tulipanes inclinados,
para ver cómo vive la otra mitad
mirando a través de una cebolla de cristal.
Pensemos en el Johnn de aquellos días: fama extrema que los obligaba a vivir clandestinos; para colmo, habían ido a refugiarse a la India buscando un trascendentalismo mental, (o sea llegar a otro estadio superior de enajenación), al que habría que sumar el consumo de drogas, la muerte del manager Brian Epstein (que los deja de pronto solos ante toda producción, finanzas, negocios), el desencanto con el Maharishi, que les había prometido el viaje mental a ese ignoto rincón del universo y que (al parecer) iba en dirección contraria, pues el Maestro parecía transitar más hacia la terrenal posesión de los cuerpos (como los de las hermanas Prudence y Mia Farrow) que hacia cualquier abstracción purificadora.
Donde Julia fue Judith
y John Lennon fue tan solo Juan,
hubo una cebolla de cristal
y un campo de fresas para amar;
sin Beatles, ni sexie Sadie, ni histerias, ni religión,
y John Lennon fue tan solo Juan,
hubo una cebolla de cristal
y un campo de fresas para amar;
sin Beatles, ni sexie Sadie, ni histerias, ni religión,
Hay dos mujeres como valor agregado rumbo “a la otra mitad” hacia la que realmente transita Lennon, en ese punto climático: el pasaje ¿amoroso? con la cubana (de ser cierta la historia que me contó Judith); y la probada existencia de Yoko Ono, lo cual, sin dudas, sacude a Juan para bajarlo de esa espesa nube en que estaban envueltos Los Beatles.
...náufragos del tiempo arañaron la ocasión,
y al verse desnudos se dijeron a la vez:
¿cómo vivirá la otra mitad?
y al verse desnudos se dijeron a la vez:
¿cómo vivirá la otra mitad?
De tal manera, en Revolutión number 2 (se entiende que salvando las distancias –abismales-), sigo el juego que emprendió Lennon hace medio siglo y trato de mirar a través de esa cebolla de cristal, ansiando apresar el ojo del ciclón en que se encontraba Juan, y en el que me encuentro, y nos encontramos todos, en estos días en que no hace falta ser un afamado Beatles para vivir en una nube; ajenos a la naturaleza, a la humanidad, al otro –el más distante, y el inmediato- ajenos a veces hasta de nuestro propio cuerpo, sin memoria, sin fe, sin destino.
Porque Julia fue Judith
y John Lennon fue tan solo Juan
tengo una cebolla de cristal
y un campo de fresas para amar;
si Judith a Julia tuvo que emigrar
y John Lennon nunca más fue Juan,
basta que preguntes para reencarnar:
¿cómo vivirá la otra mitad?
y John Lennon fue tan solo Juan
tengo una cebolla de cristal
y un campo de fresas para amar;
si Judith a Julia tuvo que emigrar
y John Lennon nunca más fue Juan,
basta que preguntes para reencarnar:
¿cómo vivirá la otra mitad?
La cuestión es entrar al ojo del huracán en el que estaban los Beatles en aquel 1968 cuando emprenden este disco de la discordia, un Álbum Blanco que los coloca ante ellos, el que los aterriza, el que les lanza la nueva pregunta filosofal en todas direcciones ¿cómo vivirá la otra mitad? Cada uno de los integrantes empieza a ser otra mitad.
The walrus was Paul, (La Morsa era Paul), aclara en su canción John.
El muy poético chiste sigue dando vueltas en el aire, demostrando que medio siglo no es nada para la existencia del arte.
Te dije sobre la morsa y yo… hombre,
tú sabes que somos tan cercanos como es posible, hombre,
Bueno, aquí hay otra pista para todos ustedes
La morsa era Paul.
tú sabes que somos tan cercanos como es posible, hombre,
Bueno, aquí hay otra pista para todos ustedes
La morsa era Paul.
A su vez hay un juego con una historia precedente, “I am the walrus” es una canción que aparece en Magical Mystery Tour un álbum doble con la banda sonora de la película del mismo nombre y fue lanzado el 8 de diciembre de 1967; en ella Lennon afirma que él es la morsa. Muchos recuerdan el fragmento de la película en que están disfrazados de animales y terminan marchando, o medio bailando con tumbao de osos, tras el famoso ómnibus-art. Se dice que el traje de Morsa estaba previsto para John, pero al probárselo no le quedaba bien y termina poniéndoselo Paul. Quizás el tan llevado y traído verso era una simple aclaración.
Sin embargo, se le han dado múltiples lecturas y ha servido como pasto de leyendas, que llegan hasta el alucinante punto del esotérico-documental “Paul is dead” (Paul está muerto); una madeja de caprichosas asociaciones partiendo de dobles fondos en las carátulas de los Beatles, y otros muchos delirios, con el fin de afirmar que el original Paul había muerto en un accidente automovilístico, el 9 de noviembre de 1966 y que fue reemplazado por William Campbell, ganador de un concurso llamado El doble de Paul McCartney. O sea que el Mc Cartney –sin dudas el más importante, por el crecimiento de la obra de los Beatles, en el segundo lustro de los 60-, no era el verdadero, sino un doble. Cabría decir entonces que la copia era mejor que el original.
Sin embargo, se le han dado múltiples lecturas y ha servido como pasto de leyendas, que llegan hasta el alucinante punto del esotérico-documental “Paul is dead” (Paul está muerto); una madeja de caprichosas asociaciones partiendo de dobles fondos en las carátulas de los Beatles, y otros muchos delirios, con el fin de afirmar que el original Paul había muerto en un accidente automovilístico, el 9 de noviembre de 1966 y que fue reemplazado por William Campbell, ganador de un concurso llamado El doble de Paul McCartney. O sea que el Mc Cartney –sin dudas el más importante, por el crecimiento de la obra de los Beatles, en el segundo lustro de los 60-, no era el verdadero, sino un doble. Cabría decir entonces que la copia era mejor que el original.
Por supuesto que esto no es más que otra resaca de la borrachera beatlemaníaca, a la que contribuyeron los Beatles mismos, gozando sus polisémicos chistes en entrevistas, películas, documentales, discos, canciones, de una creatividad desaforada que los fue arrastrando hacia una vida-actuación que les limitaba crecientemente la intimidad, (tendiendo a 0), se quedaban sin espacio fuera de cámara, o lo que es lo mismo, sin una existencia real:
sin Beatles, ni sexie Sadie, ni histerias, ni religión…
Según el escatológico documental, el rostro de Paul, había quedado tan desfigurado en el accidente, que parecía una foca, y que impactado por eso –y como para dar pistas de la fatal noticia prohibida- John decía en su canción que La Morsa era Paul.
Apartándonos de toda superchería, lo cierto es que -inesperadamente- fue Mc Cartney quien frena a Lennon al entrar a los estudios Abey Road, echándole encima la Guerra fría, en un álbum que solo en apariencias podía sería blanco.
…en sus cuerpos un bolero alucinante que fluyó
hasta que La Morsa en la tormenta roja apareció,
dejándonos solo un álbum blanco para sospechar
¿cómo vivirá la otra mitad?
hasta que La Morsa en la tormenta roja apareció,
dejándonos solo un álbum blanco para sospechar
¿cómo vivirá la otra mitad?
Cuando entran a grabar el White Album aquel 30 de mayo de 1968, el mundo estaba en un volcán.
Estados Unidos convulsionaba. Hacía apenas un mes, el 4 de abril, habían asesinado a Martin Luther King, en Memphis (Tennessee), tras lo cual se desató la violencia durante casi un mes en 125 ciudades, con al menos 46 muertos y 2.600 heridos. Hubo incendios y saqueos, la lucha se extendió a comercios de los distritos centrales y hasta 500 metros de la Casa Blanca. El presidente Lyndon B. Johnson hizo un llamamiento a la 82 División Aerotransportada. El ejército también intervino en una serie de ciudades como Chicago, Boston, Newark, Cincinnati.
El campo socialista también hervía con la llamada Primavera de Praga, que había comenzado en enero de 1968, y que se planteaba reformas al socialismo. Este proceso de alguna manera insubordinaba a la Republica Socialista de Checoslovaquia del manto protector y directriz de la URSS, lo cual fue creciendo hasta la invasión el 20 de agosto de aquel 68 de tropas soviéticas (200.000 efectivos y 2.000 tanques del Pacto de Varsovia).
En Inglaterra, existieron distintas revueltas organizadas por estudiantes, comenzando en la prestigiosa Escuela de Economía de Londres. La Universidad de Birmingham fue ocupada por un grupo de estudiantes en enero. El mes siguiente, ocurrió lo mismo en Leicester. El 17 de marzo, 25 000 personas (entre las que se encontraba Mick Jagger, líder de The Rolling Stones ) se manifestaron en Grosvenor Square contra la Embajada de los Estados Unidos.
El Mayo francés estaba igualmente en pleno apogeo, con visos de revolución; manifestaciones estudiantiles, luchas en las calles, barricadas, huelga general… el mismo día 30, mientras entraban a grabar en Londres los Beatles, el presidente De Gaulle anuncia la disolución de la Asamblea Nacional.
Los Beatles no podían estar ajenos a esa convulsión y es realmente el disco en el que empiezan a mirarse y a mirar a su entorno.
Déjame oír el tañido de tu balalaika
ven a darle calor a tu camarada
he vuelto a la URSS
no sabes la suerte que tienes, tío
de vuelta a la URSS.
ven a darle calor a tu camarada
he vuelto a la URSS
no sabes la suerte que tienes, tío
de vuelta a la URSS.
Mc Cartney aporta “Back in the U.S.S.R” (De vuelta a la U.R.S.S.) La canción podría clasificar como turística, en la que se piropea la belleza de la mujer soviética, se alaba el sonido de las balalaicas, imaginando un mal vuelo desde los Estados Unidos a la Unión Soviética a bordo de una avión británico de la aerolínea BOAC. La canción es una especie de homenaje a “Back in the U.S.A.” del legendario Chuck Berry.
No habría mayores implicaciones de no ser porque Paul está “jugando” con las dos potencias enfrentadas en una colosal guerra de amenazas y propaganda que cantaba un duelo a muerte Socialismo-Capitalismo.
¿Ha visto usted los cerditos más grandes
en sus camisas almidonadas blancas?
usted encontrará los cerditos más grandes
que remueven la suciedad…
en sus camisas almidonadas blancas?
usted encontrará los cerditos más grandes
que remueven la suciedad…
“Piggies” es el aporte de George Harrison en este viaje al mundo de los vivos; una barroca burla a la alta sociedad, en la que llama piggies (puercos) a los burgueses, incluyendo un sonido de cerdo creado por Lennon. Se dice que hay un par de versos, con juegos de palabras, que no quedaron en el disco, y que George los cantaba en vivo.
Sí, en todas partes hay montones de cerditos
Jugando bromas de cerditos
Y usted puede verlos en sus manitas
Abajo, en las alcancías
Pagando gracias a las alcancías
A ese hermano cerdo.
Jugando bromas de cerditos
Y usted puede verlos en sus manitas
Abajo, en las alcancías
Pagando gracias a las alcancías
A ese hermano cerdo.
"Revolution" de John Lennon es otra de las más de 30 canciones que compusieron los Beatles en su etapa de meditación en La India con el Maharishi Mahesh Yogi.
John Lennon declaró: "Quise decir lo que pensaba de la revolución. Sentí que era hora de hablar, era hora de por fin responder a las preguntas sobre la guerra de Vietnam".
Se puede decir que de ese breve descanso (o alivio) de ellos mismos, los Beatles crearon las canciones de The Beatles álbum; sin más títulos: The Beatles, en blanco, solo un nombre ¿en la luz? ¿en la nada?; el punto crítico del universo y de ellos mismos, redescubriéndose como cuatro seres humanos en la paz de sus primeras vacaciones.
si Judith a Julia tuvo que emigrar
y John Lennon nunca más fue Juan,
basta que preguntes para reencarnar:
¿cómo vivirá la otra mitad?
¿cómo vivirá la otra mitad?
¿cómo vivirá la otra mitad?
y John Lennon nunca más fue Juan,
basta que preguntes para reencarnar:
¿cómo vivirá la otra mitad?
¿cómo vivirá la otra mitad?
¿cómo vivirá la otra mitad?
(CONTINUARÁ…)
No hay comentarios:
Publicar un comentario